30.6.07

me beloved one / ice tea killer

Como quien conjura una maldición en el lomo de una mariposa negra te helarás hasta resquebrajarte; ya de amor, ya de su sequedad.
Los hechizos, para asegurar su buen uso, se perpetúan agrupados en voces, seres cuya tarea es la de ser libros, páginas de los brujos.
Su memoria y sangre guarda la magia que hoy, incapaces de leer, tampoco escuchamos.
Ausencia.
A ciegas, en el trance apopéglico de manos mudas, tocarte.
Quiero.
Una lágrima de sudor corre por dentro.
Entierro los dedos en las huellas de la carne; digito a la sombra de una voz que no me es propia, pero me habita.
Este será un invierno corto y de copos emergentes.
Corsarios de un cuello sin camisa.
Alguien.
Quedarme con tu aroma.
[...]
[rodeado]
[una ronda para todo el mundo...]
[endentro de ti]
[...]
¿Y qué ocurre cuando la inspiración no se nos va sino que se nos quita?
¿Qué se quita ella, él, a voluntad?.
Sí; si fuese enteramente nuestra sería un cadáver.
Hiver.
El primero aconteció en doce días.
Perpleja alumbrera que olvida es ella la que traza su propio sendero. Y es ese también en el que posa su luz aunque no sea ella quien la transite.
Estos son los caminos que hacemos para que lleguen hasta nosotros.
[y repite]

23.6.07

penpentié

[coquetería]
Espolvorear las mejillas donde falta la nariz con azúcar impalpable.
Nunca tortita negra.
[prostituta]
Labios corcho quemado.
Beso apátrida.
[mazamorrera]
Cortito y al pie fandangueaba al postrado contrapaso de un andar fantasma.
[muletas]
Anexos de la vida.
[espejismo]
Gajitos de agua bajo la axila que un mocho intenta lamerse para quitarse esa sensación granulada de gelatina al sol mal preparada.
[manantial]
Salivarme de tu boca con la lengua-mano y mojar mi olfato.
[entrepierna]
Debajo, detrás, casi escondido, se asomaba un absoluto.
Podía decirse que era una mujer mucho muy hermosa; para ser un hombre.
[retractación]
La crisis de los pingüinos de este siglo, es que saben a conciencia que su solución de la moda, se estancó.
[tragedia]
Intentar escribir con una bombilla.
Peor aún; sorber la tinta del bolígrafo y degustarlo azul sonriente.
Dentada lucecita boliviana.
Capital de tu geografía.
[mapa]
Capitán de tus mareas.
Junco batido con corbata.
Así hablaba del amor un chino en castellano.
[cariño]
Con tres colitas y sin quijada, podía morder a la usanza de un diablito.
[tenedor]
Tenme esto...
[continuidad]
Alternancia entre lo escrito a posteriori de algo escrito anteriorimenti y qui si lii in isti momenti omitiendo el uso de la vocal sandwich.
Masturbarse sin que nadie lo note.
[invertebrado]
Blanda la cabeza, dormía apilando libros cual almohadas.
al despertar, leídos, los acomodaba en estantes. Uno a uno, reemplazaba los embebidos por otros con las páginas en blanco.
Sueños escurridos entre sueños.
Uno a uno; nunca se tapaba.
[friolento]
A fuego lento, para remover los pelos de la piel, la piel de la carne, la carne y grasa de los huesos.
Limpios los huesos, tallarlos hasta hacerlos cascabel.
[poema]
El aplauso aplasta al aire.
[koto]
Estado de reconciliación y tormenta.
Mercantilismo a cuerda.
[instrumento]
Triste lengua legumbre, apagada, que serpentea siendo sin ser rastrera, resbaladiza, por los alambrados de una escama grisácea y enmohecida.
[piedra]
Lo que hace la diferencia de la tripa al resto.
[cuerpo]
Estructura cablegráfica destinada al consumo de elementos primarios y secundarios para su nutrición y subsistencia.
Eso sí; la universidad es para los pobres, piensa con veinticinco centavos entre la pelusa y el bolsillo.
[sabiduría]
Lágrima alojada en la oreja.
(porque las orejas también lloran)
[semilla]
Y el frío amor de una pizza desconsolada.
[olivas]
Me apena que tu ombligo así de solito se plante triste por querer ser redondo, pellizcado y sencillo, cuando es tan bonito rozar sus cuatro esquinas con el compás de una yema labio.
[irregularidad]
Pendularia no tenía senos, tampoco sentíase hombre.
Un día lo supo -era un ave- al enterrarse de cabeza desde un quinto piso.
Tenía que volver al cascarón o...
[machita]
Madre, no llores.
Muerto estoy.
Cubridme de polen para que las flores no se asusten.
[procurar]
En puntitas de pie para no despertarla, pateó su vientre como si fuese un hormiguero.
Cientos de miles de hormigas brotaron encolerizadas, con la consistencia de lo que parecía y no era un bebé moribundo.
Cada uno de sus poros mordíanse inquietos con sus pinzas.
Sus ojos de hormigas sin embargo, no se inquietaban al dormirse.
[herencia]
¡Córtalos!.
Tomó la tijera y destrenzó sus labios por la mitad vertical.
Era la primera vez que alguien le hacía tan feliz.
[plenitud]
Facturar libre de impuestos.
Si son de dulce de leche o crema pastelera, mejor.
[utopía]
Que el placer sea plausible, un planeta.
Y no saber que lo sea.
Palparlo desde el principio y hasta su destrucción.
[calambres]
Conectar el equivocado con ventosas y plumones...
[apagón]
Mañana por la mañana, lloverá sin parar.
Y tuvo razón, llovió sin parar.
Lo que sí; tampoco volvió a hacerse de mañana.
[tinieblas]
Siempre creyó que el turquesa -distante en trilladas concepciones turcas- era una tonalidad de rojo; como un vino rayado.
Sin embargo no bebía.
[afónico]
Hablaba del otro para referirse a su manera de hablar, y repetía lo contrario queriendo decir lo mismo sin oponer variables.
[descreer]
El amor es para cojos, despachaba inyecto ya de confidencia, ya porque el bobo bombeábale a la mitad.
[celotes]
Dos ombligos tenía en lugar de pezones.
Gestado por tres madres, durante toda su vida, una decidió abortarlo.
Nunca aprendió a atarse.
Que poca raíz ofrece la humanidad bonsai.
[contención]
Cuando los sentimientos está como un cienpiés en escalera caracol.
Tocó levemente el cárdeno tegumento glandular y la sintió estremecerse.
La globosa partitura reactiva de su ser se endurecía entre el pulgar e índice que le latían con diminutas presiones.
Al palpar la erección, hundió uno de los dedos contra el pezón...
[erotismo]
Párpados violines de violines párpados de violines.
Tragicomedia para un solo de cello.
[sin fin]
Alburquerque bonachón y campante, tenerla a tal por alegría.
[renuencia]
Moríame; y se movía como el espíritu de una vela, capataz de una consecuencia injusta de una clase de ortografía nunca recuperada.
Explicar en tercera persona, lo que le había la misma asestado, le moría cual candela seria e incapaz de encenderse.
Fenecía profunda, como cualquier Mariana ordinaria.
Algo similar ocurre cuando le toca calzarse a Nora.
[empatía]
Albóndiga de hombre picado con especias, deshechos y cropitos de topos.
[croto]
Solicitarle a un Oberto que no responde, torear por la parte no cerrada de su sapiencia y que escuche el viento principal del cuarteto sin que piense en una grosería seguida de carcajada.
[obertoire]
A la cosa previa un telegrama.
Homos en sus sedas de negro cigarrillo. Lápida empírica y frenesí filosófico.
De seis en sangre y abrazo mixto, susurrando los humos de su pasión.
Confesión de un secreto vox populi.
Como hombre la mujer no es más que un intento fallido... Un homosexual la construcción ideal.
[duda]
Minifré y el desvirtuar a besos la perfección.
[astucia]
Saber cuándo irse sin llegar.

22.6.07

dueña de esos ojos

Trás la trinchera de lo que parece ser un diminuto orificio, y es lo que nunca vemos al otro lado de un botón, la vida descansa sus frutos mientras, canino, un transeunte perro hace que no se percata de las caravanas de helechos que lo saludan bañados con el sol.
¿Te sorprende?
¿Qué ocurrirá entonces cuando descubras el corazón de un árbol vibrando a cielo abierto?.


La misma emoción que sintieron las manos del abuelo al tenerla en brazos.
Cachorro terrón de mujer.

De este lado de los agujeros; que perro se vuelve uno ante las caricias de un helecho, atrincheradas en los frutos de su árbol corazón.
Que quien ve y no se ve, halle al amor tomándole las manos.

a C.S.F.
(gracias Charol)

19.6.07

continuidad

Deshoje.
Dos ojitos nariz redonda y una pera monroe sin trincheras.
A esa hora pasajera libre de miedos con un centavo calavera para salir del infierno lo lanzó tanto tan lejos de su travesía morfológica como le fue posible hasta enterrarlo desde el trazo filoso en el borde de la ranura que los nervios respondían a la carne cuando insertada, la moneda ardía mientras todo la rodeaba y era ella quien giraba a cara o cruz sin que nunca la llamaran cristiana.
Pureza.
A esas horas en que la mirada se cierra tras engullir y masticar los ojos de los relojes, también se toman prisioneros a los ángeles que desean la muerte estrangulándose unos a otros con alambres de púas. Carceleros de sus temores, cada quien asila a un ángel dentro.
Nariz redonda en un par de tetas que huelen a ombligos gemelos rodeados de un finito cálculo, por lo flaco y sapo de su condición; la misma cuya falta de ingesta, le abrirán para alimentarle consigo mismo, aunque con ello no acabe de explicar cómo llegar al mismo resultado de la hora mordida o la pasajera arribada y sin destino.
Cualquiera sean las horas, lo inesperado acontece con distorsionada precisión horrorosa, librándonos al mal que cada cual es capaz de engendrar hasta detener las agujas justo en las coordenadas cenitales de una gota de sangre..
Los números, sintómatas de lo inabarcable, lo saben; por eso se esconden.
¿Qué hora tienes?.
Ahora pregúntatelo con aquellas que nunca más tendrás, de aquellas que te arrepientas, que supiste te arrepentirías... que lamentas.
Ahora lame las que te quedan y no te alarmes.
Virtud es ignorarse de vez en cuando en un lapso que la sabiduría se confunde tras cortinas, como un acto de estupidez.
Un primer acto.
Como quien se guía con segunderos de flor hasta que la redundancia se atora hasta inmovilizarse.
Lo detienes -no importa por dónde- pero lo detienes.
¿En qué momento todo se aquieta a voluntad?.
Cuando lo sueltas... ¿Cuándo lo sueltas?.
A esas horas que se apagan bostezando entre lagañas, suspensos latentes. La nariz redonda y la nariz puntuda en escuadra de siete espíritus lo presagian puntuales.
Nada se detiene, aún cuando se detenga.
Cualquier percusivo coqueteo y pretensión es la pantomima de un universo al cual ninguno pertenece.
Por mucho que creerlo se quiera hacer amar. No deja de ser amado y por mucho menos se lo olvida.
Nadie es imprescindible.
Pero sin ti, esta vida es simplemente un engranaje del tiempo.
Sé mi partida y llegada; el mecanismo de mi piel al sentirte con el amanecer.
Aunque las mañanas se hagan noctámbulas en nuestros pasos.
Despierta conmigo.
Detenme. Tropieza.
Para cualquier noche de pesadillas cuyo final se acerque con cegueras de un cielo despejado, dispuesto a atentar contra el mayor de mis miedos y con el cual le haré frente, estaré.
Acompáñame a estarte en lo que dure un para siempre.
Duerme.
Que yo guardaré la moneda calavera, al carcelero ángel que llevas dentro.

15.6.07

inflammatio regina

Tú y tus huesitos tú, clavicordes parnasos de flores tonales -miel de avisperos pellizcos- agravadas por la acerada templanza de un alegre cuerpo verónico, enredados en una torpeza tierna que anuda mi lengua al paso y bies galateo de su musiquita; paso ne, punta me, taco quitte, cruce pas, pad de pied et improvisais... piano piano, cara mía.
...el amor no se hace sin querer.

14.6.07

session #8

(la anarquía de un paralelo vinagre)
Anarit entró viendo que su paciente ya estaba dispuesto en el diván.
Se saludaron cortésmente dándose la mano como era habitual en ambos. Desde ahí, lo que vendría iba a ser atípico para los dos... tal vez más para la secretaria de Anarit.
-¿Algún progreso esta semana... cómo resolvimos el tema del frío?.-
Bueno, por el momento lo de siempre; soplo la cucharada de helado antes de llevarla a la boca.
-¿Sigue odiando a los relojes?.-
Mucho. De los cuatro que tenía en la habitación, uno se quedó sin baterías.
-¿Hizo la tarea?.-
Mmm... sí.
-No parece estar muy convencido. A ver, lo escucho...-
“Me llevó tiempo entender la consigna, creo, pero me dispuse a escribir lo que surgiera -como me dijo usted- y en un punto me vi reflejado. Esto es lo que estoy escribiendo en este momento, esto es el puro pensamiento en bruto, más allá de una encomienda. Quisieras ser una roca, quisieras extirpar la mirada ajena. Ahora, a ti mismo, dime algo de mi que aún no sepa... tengo hormigas en el baño que disfrutan llevarse pedacitos de grasa de mi cuerpo... eso ya lo sabía; dime algo más... no leo diarios ni revistas, no veo noticieros, no escucho noticias... vives en una burbuja... no, simplemente no es algo que modifique mi existencia...
¿Y eres esto?... ¿preguntas si soy el mismo que se echa a tomar siestas en la alfombra de su habitación rodeado de papeles y lapiceras con anotaciones sueltas?; sí, lo soy.
Hasta hace poco creí que tenía una tolerancia al dolor por encima de la media. La tengo, pero ella es más fuerte... ¿ella?... ya sabes quien es, no hay necesidad de nombrarla... ¿la quieres?... esto no es parte de la tarea... no se supone que lo sea... no voy a desdoblarme teniendo un diálogo conmigo mismo por un ejercicio para sumergirme en mi mente y cumplir improvisadamente con una presión de un agente externo que me pone en esta diatriba...
Ayer vomité; creo que me hubiese disparado en la cabeza para descomprimir el dolor.
Mi piel descomprime así la sangre a veces; si se la aprieta.
¿Y esa cicatriz en el entrecejo?... Ahh, me la hice... ¿Con qué?... No, no. Me la hice yo. Con los dedos... ¿Y no te dolía?... Sí... ¿Tienes más cicatrices?... En la rodilla, en la mano derecha, en uno de los meñiques del pie, pero no recuerdo cual; en la espalda... ¿Quieres hablar de eso?... No.
Aquí -sigo escribiendo- hice una pausa porque lejos de tener un bloqueo, sentí que se me había caído un muro encima; una muralla que- -
Cuando escribo en casa uso biromes BiC de trazo grueso; azul y/o negra... ¿No otra?... No.
Hace un buen rato que no leo cuando viajo. La peste, a propósito de las enfermedades que se pescan en ciertos medios de transporte, todavía no lo terminé y ya empecé a leer El Arte de La Retórica de Aristóteles. Es un buen libro. Saber cómo dirigirse a alguien con la elocuencia y elementos suficientes, conocimiento, para persuadirlo es fascinante. El hacerle creer al otro que fue él quien tomó una decisión que de antemano, fue uno quien la dirigió... este el lado más oscuro, la manipulación... ¿Cómo no sé entonces si esto no es un juego psicológico?... ¿Cómo va el trabajo?... Bien... ¿No estás feliz por tu viaje?... Creo que los demás depositan más expectativas de las que yo demuestro... a lo mejor se dio en un momento donde a mi corazón no le importa tanto eso... no es un sitio que conozca, pero he viajado a pequeños paraísos que es posible nunca vuelva... ¿Y entonces?... y entonces es su nombre el que vuelve... ¿Consideras un paraíso el acompañar a alguien que está muriendo?... No lo sé... es algo difícil de reducir a palabras... ¿Te gustan los niños?... sí; disfruto mucho viéndolos. Las oportunidades que he tenido para relacionarme con ellos, me siento muy bien; a veces más que con un adulto. No hay complicaciones, no cuestionan el afecto, el por qué uno hace cosas que para ellos son naturales, espontáneas, obvias... ¿Te molesta que no te den afecto?... Me disgusta que se cuestione la naturaleza del afecto... Me afecta, ya sea que me entristezca o me de rabia, que llore o me escude en una risa burlona; me sacude... ¿Y?... y eso; no voy a ir por la vida como una marioneta viendo hasta dónde tenso los hilos de mi sentir. En ese aspecto doblego a mi destino... Nadie puede ir en contra de su destino... Yo sí; y eso lo confirman los niños cada día con su espíritu y soltura, con su juego. Lo confirmo al confiar en alguien más allá de los resultados; lo confirmo llevando una golosina a una persona a quien quiero y, por su estado de salud, con justa razón se encapricha (con esa ternura de los niños), me dice que no quiere (que sí quiere, pero que no se siente bien como para) y yo que me siento un tonto desubicado (y ella que me dice todo lo contrario). Acto seguido, termino comiendo el chocolate mientras reemprendo la marcha por donde había ido... ¿Qué significa eso?... Que no puso en tela de juicio mi obrar, mis sentimientos... ¿Pero nunca te equivocaste?, ¿Alguna vez no correspondiste a un corazón de esa misma manera?... Varias veces cometí errores y también herí algún corazón casi hasta romperlo; no es algo que me enorgullezca... No conduces, bebes y fumas con muy escasa frecuencia, el fútbol no está dentro de tus aficiones; ¿Eres homosexual?... No lo soy, aunque hay quienes si lo han pensado o lo piensan. Algunos me lo han dicho... ¿Y qué te completa?, ¿Qué te hace sentir vivo?... Este pequeño punto del universo, este momento que, de poder hacerlo más pequeño, tendría el tamaño de un ombligo aún sin nacer; su vocecita prendada a un lado dentro de su corazón, cada vez que presiente al mío cerca... ¿Ella?... ella... ¿Y si no es ella?... Me lo hará saber haciéndomelo sentir de esa forma...
¿Eres higiénico?... Limpié el teclado de mi computadora; por dentro y por fuera, pieza por pieza, quitando cada tornillo... No contesta eso a mi pregunta... No, no soy higiénico, pero me lavo y me ducho a diario... ¿Eres ordenado?... Hasta que el orden se convierte en un laberinto y no encuentro lo que busco...¿Mientes?... No mucho. Lo hago muy mal, no es lago que me guste... ¿Haces las cosas que se te piden que hagas?... Intento hacerlas, sí. A veces no las hago tal y cómo se espera que las haga... Si un lugar te resulta incómodo y te sientes mal, ¿qué haces?... Me voy. Si me quedo con ese malestar y no me voy, posiblemente me descomponga, me ponga de malas o me desmaye. Es probable también que, volviendo un poco a la pregunta anterior, haga las cosas a disgusto o, no haga y/o deje de hacer las cosas... ¿Y si fuese una persona quién te hace sentir mal?... ¿Sólo mal?... Es cierto, ¿Si no te hace sentir a gusto tampoco?... Haré lo posible por irme pronto... ¿Has estado entonces en lugares que no te agradaba estar o con personas que no te generaban compartir algo, y aún sintiéndote mal, extraño, ajeno, falto de interés, abrumado; te quedaste?... Sí; ¿qué imbecilidad, no?... ¿Crees que eres un imbécil?... ¿Crees que me lo creo?... No... Que bueno que pensamos lo mismo... ¿Piensas que te hace falta ayuda terapéutica?... No es eso lo que busco. Busco una guía, elementos que me permitan hacerme de herramientas nuevas cuando me hallo fuera de mi eje en términos de haber perdido el rumbo... ¿El rumbo?... Sí, sentir que moriré solo, en la calle, completamente loco y olvidado por el mundo... ¿No es un tanto exagerado?... Cuando se piensa eso a los diez años con un cierto historial familiar que a futuro se carga de otras imágenes y sensaciones, de historias, verdades y engaños; ¿es exagerado?... ¿Hablas solo?... Sí.... ¿Hablas contigo mismo o con otros?... Las dos cosas... ¿En lenguas?... Incluso en lenguas que no existen a las cuales les agrego el lenguaje del cuerpo... ¿Hablas con dios?... Le hablo a algo u alguien que está arriba; podría ser simplemente que le hablo al techo del ambiente en el que me encuentre o a una rama o cúpula cuando estoy mirando al cielo, o a una nube. Y le hablo, le despotrico... ¿En lenguas?... A veces también en lenguas, sí... ¿Y responde?... A veces responde o respondo por él, no lo sé. A veces la respuesta está en mirar a los lados y capturar algo que esté sucediendo. No soy muy creyente; suelo maldecir bastante... ¿Mucho?... Lo suficiente como para que no me importe si quienes no valoran la vida, se mueren o se matan; los mueren o los matan... ¿Te crees a la altura de esa afirmación?... Sí, tanto como sé que podría asesinar a alguien con las manos... ¿No despierta miedos una afirmación así?... Es posible... ¿Y no tienes miedo de eso?... Sé que nunca estuve envuelto en peleas o sucesos de violencia; no me gustan, no me interesa participar de ellos, no los busco ni los promuevo. Nada de eso quita que sea un ser sumamente violento y refinado, que si pierdo el control y llego a esa última opción, no la utilice... ¿Refinado?... Sí; saber instintivamente dónde dar el golpe para efectivizar el sufrimiento y no malgastar energía. Como el lobo que sabe dónde morder para paralizar y matar a su presa... ¿Sigues creyendo que tienes veneno en la sangre?... Mi sangre es veneno.
¿Y cómo se puede confiar en alguien que puede desencadenarse hasta demoler paredes, que es capaz de hundirle las costillas a alguien a patadas?... No lo sé; no soy un salvaje, no soy un matón. No tengo un instinto primitivo o de disfrute sobre el dolor... ¿Esto es algo que mantienes en la esfera de tu interior, en lo profundo, para que nadie lo sepa?... No nadie... Pero entiendes que no es algo que se suela comprender... Es algo como el cuestionar por qué uno se brinda a corazón abierto y confía, o por qué se nos etiqueta con motes y personalidades y cualidades... ¿Por ejemplo?... Creer que soy inteligente, culto, intelectual... ¿Y no lo eres?... No me importa. Verme con lentes, usar cierto vocabulario al expresarme, razonar, construir esos razonamientos en base a sentires, personas, momentos, leer libros; nada de eso me hace intelectual... Pero es un reconocimiento... ¿Basado en qué?. En que me lo dice alguien que cree que se conoce por completo y tal vez tenga mi edad, o en alguien que cita y parafrasea la versatilidad de pensamientos de otros?... ¿Eres soberbio?... Creo que hay verdades absolutas las cuales pueden ser transitadas a lo largo de sus extremos... ¿Eres peligroso?... ¿Es malo serlo?... ¿Qué es lo que sabes con absoluta certeza?... Que moriré y no pienso volver... Eso último es un tanto espiritual, ¿o no?... ¿Y qué si lo es?. Tengo espíritu. Nada tiene eso que ver con profesar una religión... ¿Escribes entonces un poco como endiablado?... ¿Poseído?. No lo creo. Eso me hace reír... Se dice por ahí que nunca escribes de ti, que nunca estás en las historias que cuentas; y hoy estás aquí... ¿Estoy?... Disfrutas el sembrar dudas... Disfruto.
Retomando un poco algo vinculado a los niños y a aquel niño de diez años; ¿crees que algún día lo...?
¿Qué lo veré de nuevo?; no lo sé. Creo sí, que no determina quién soy y cómo soy hoy. Desearía que esté bien y que sepa que estoy bien, que sepa que alcancé algunos de mis sueños, que los estoy viviendo, que han surgido otros nuevos. Que vea en el hombre que me he convertido y se sienta orgulloso... ¿Y el no hacerlo no te limita a seguir adelante?... No, no lo creo... ¿Y si fallece y no te enteras o te enteras demasiado tarde?... ¿Tarde para qué?. Que tenga ciertos deseos, no significa que no haya resuelto cosas de mi pasado con él, con la imagen de él en mi mismo y por ende, conmigo mismo. El, aún en su ausencia, ha estado presente como padre; ya por la falta de presencia concreta, ya por las huellas en mi dejadas... ¿Te pareces a él?... Un poco... ¿Tienes buenos recuerdos?... Sí... ¿Y lograste encontrar el equilibrio con los malos?... Sí... ¿Lo perdonaste?... Desde el primer día que sentí que no íbamos a vernos más... ¿Y no lo verás más?... No lo sé... ¿Crees que serás un buen padre?... Mi deseo es que sí, aún cometiendo errores. Quiero seguir creciendo, dar lo mejor de mi; ser un hombre...
¿Y cómo pasamos de soplar el helado a esto?... Como de la boca fresa al beso lexington sobre un mapa y dos cuerpos... París... et la parisiene Japon aussi.. finales... raíces...”

-Muy bien, hemos concluido por hoy. Noto un progreso en el campo de la autointrospección muy productivo. Me alegra mucho.-
Gracias... Ehh, ¿doctora?...
-¿Sí?.-
Tome.
-¿Me lo va dejar?.-
Es que, algunas cosas ya las conozco, otras las fui conociendo. Escribirlas me abrió otras variables y a lo mejor a usted le dan también una perspectiva diferente que pueda ser útil para los dos. Algo que a lo mejor aún no estoy viendo con claridad o no quiero ver, no lo sé. Quiero decir, su lectura seguro habrá de ser diferente a la mía y seguro aportará algo positivo.
-¿Me podría explicar cómo es que es así, con esa calma que pareciera que nada lo alcanza, que pone todo a distancia y sin embargo...?-
¿Qué todo me traspasa quedando algún resto -esquirlas- dentro y fuera de mi piel?.
-Sí.-
Sólo aquello cuyas cualidades y propiedades, por su naturaleza, y me atraviesa, queda sembrado en mi piel y crece. Sólo aquello en la medida que yo lo permita.
-¿No pone límites para no dañarse, no sufrir?.-
Usted sabe que sí. Lo que no hago es oponerlos.
-¿Me deja decirle que es usted “un loco lindo”?.-
Jajaja, eso podría dejarme secuelas, jajajajaja... Yo también la quiero, doctora.
El paciente se fue satisfecho. Mismo la doctora al salir del consultorio. Había sido un día fructífero.
Al salir, ni la doctora ni el paciente se percataron de las muñecas de la hija de la secretaria, que esperaba a su madre. Ajustadas, con unos puños de volados que parecían estar cubiertas por capullos de jazmines; la perfección que dan a las manos la fuerza para graciosamente vencer a la gravedad, ocultas, ansiosas... así permanecían aquietadas sus muñecas.
Anarit tardó en reconocer que la hermosa pollera roja de su secretaria, era la misma pollera blanca del día anterior; que hoy, con la hija estrangulada en el toilette, goteaba.
(en Francia también se puede morir por cualquier cosa)

10.6.07

honores

Se me hace carajitos la boca al desabrigo de tus albaricoques.
(¿me permites esta pieza?)
Perdona que hoy te haga trizas. Que te cubra con las paradojas que me circundan cuando lejos de ser un silencio en mis ausencias, una parte de ti me arranca.
¿Por qué habría de sentirme como un hueso roto atornillado a una muleta dentro de tu pecho?.
Claro que no es tu culpa.
Claro que te perdono.
Minado de besos falsos, te busqué... y dí contigo.
¿Por qué empecinarnos en crucificar las pasiones?... tienes razón; porque es cosa puramente cristiana.
Y no soy más que esto... apesta la idea de sólo no serte.
¿Por qué quiero algo mejor para tu vida?.
No te acerques. No des ni un paso.
Escribo en cada parte de mi cuerpo el nombre dado por los doctos. Tú no estás allí, pero subyaces.
En mis manos palpita el aliento de tus caricias, tu tobillo inhábil por fuera de las sábanas durmiéndose.
Idiota.
Sí, tú también.
Tener una canción sin ese lado de sonrisa que la endulza con desafino.
Me estribas mordiendo desde dentro las paredes de lo que no es tu esencia mientras la mía penetra como un veneno... y no me dejas salir, me hundes friccionando tu lengua en lo que un solo sabor hace la diferencia; gusto y carne viva.
Detesto la delicadeza de tu paladar. Aborreces la presión de mi mano en tu garganta, pero te excita la asfixia.
Mis pulgares presionando, masajeando tu cuello. Y empujas las mentiras, chocas tu vientre con la intensidad elemental que una embestida supone... me besas cogiendo; vestida.
Soy tu hembra.
Llegamos al equilibrio, al cuerpo sostenido únicamente por los dedos de los pies.
Gravitamos dentro del otro.
Eres lo que me hace dejar de ser sólo esto, recibirte en brazos, con la memoria que tu perfume deja en mi.
Insistes en afirmar que no contesto cuando preguntas “cómo me sentiría sin tu música...” Que en lugar de eso respondo a la manzana de “qué sería de mi si tus labios fuesen la piedra de otro hombre labrado a tu semejanza.”
Te sonrojas acongojada al escucharte darme la respuesta.
...sabes que esa pregunta es la que a ti te has hecho al hacerme trizas.
¿Significaría esto que traspasamos la sonoridad de nuestras cuerdas?, ¿Qué, sordo a mis razones, te haces aullido de un sentimiento no nato aún?.
Tu me tensas con la paciencia de un hilado.
Nada hay de amor aquí. Al menos nada que no dudemos con complicidad.
¿Cómo no arrancarme a ti entonces, cuando haciéndose carajitos tu boca, mis duraznos reducen sus paradojas a la presencia tibia de tu pecho?.
Sostenerme con tu propio peso y que no te quiebres.
También esto me abruma cuando no me sucedes con las preguntas y el desquicio al que no terminas de acostumbrarme; y te quiero.
Tanto como para dejarte ir si te hiciese daño. Si tu así no lo quisieras, conjugada en frialdades que pudiese ocasionar incluso con el enigma del roce sin el sexo; sin el susurro de tu voz durmiente en el descanso del antebrazo de la mía.
Desfibrilado, saberte ajena me elevaría al hartazgo de la cordura; me vomitaría a mi mismo abortando toda esperanza de vida.
Ampárense los cielos de un hueso corazón llorando, latiendo hacia adentro, si alguna vez no es mi naturaleza la que despiadada camine con sus tacos por mi espalda.
En un sitio existes; eres tú, y tienes miedo.
(de mi)
¿Lo sientes?.
(haces bien)
La yema de mi dedo desde la clavija de tu nuez a la caja de tus ombligos. Instrumentos de tus emociones; tiemblan.
De cuántas formas y con cuántas manos puedo interpretarte, es equidistante al fruto con el que dentro, me alojo abierto a desgarrarlo con tu permiso y placer.
Con una nota que pudo nunca dar origen a una melodía, tú -sinfónica- eres inevitable; un accidente.
Tú.
Si no lo fueras; prendarme desenfadado a tu loba mejilla sin una canción, no sabría a ti, que es a lo que sabe una cereza animal capaz de degustarte con sus pulpas.
(¿de quién más serían esos besos si no?)
(¿no lo sabes?)
(carajitos)
Entonces no sabes con quién estás bailando.

7.6.07

happy endings (from you)

Cerca del pulso ventral, pagrón del miedo y el amor, sentose sobre el regazo de una ella mucho más grande, dejándose acunar con la ternura de una pereza lúdica.
Como los muertos, estábamos bajo tierra.
Lo que un botón le llevó quererme. Jugar con su mano en la mía, sonreír de reojo. “¿Quién será este sujeto que no conozco, que sé no me hará daño alguno?”, me pregunto si habrá pensado... y no; la pregunta era innecesaria ante su alegría.
Lo que un botón... tanto así, que con un dejo de tristeza al tercer paso de la despedida en sus ojos, susurró a la ella más grande: “Uh... se va.”
Sin nombres... típico en un servidor y sus mutaciones.
En cierta forma, me quedé allí enterrado en un rincón de su corazoncito.
"Contemplar mueve a sentir. Escuchar mueve a sentir. Meditar mueve a sentir. Quien camina siempre con prisa pierde la oportunidad de contemplar, de escuchar, de meditar; pierde la oportunidad de sentir. Y quien no siente, tal vez, no vive."
Si hubiese podido descifrarlo antes, si esto hubiese podido convencerla.
Pero... ¿cómo habría hecho para leerlo de mi propia piel?.
Cuando el ser amado se convierte en un “tal vez”, uno ha hecho un recorrido que a veces, al llegar a cierto horizonte, preferiría no haberlo iniciado; hasta que es uno mismo quien se encuentra sosteniéndonos en sus brazos... confiándonos que el bien de la herida por el bien mismo, existe y se siente; no existe, ni se siente; a menos que hayamos sido nosotros a conciencia quienes la provocamos, la inflingimos.
Y cuando la piel que habla es ajena, con grado de pertenencia (esto es, que le somos, nos guste o no; a lo que no hay cabida para esto último porque es por entera amorable), cada bocado con el que nos medita y pasea hasta perdernos, brinda una oportunidad que nos vive dentro y hiere, como el ojal de un botón.
Narraba, mientras tartamudeaban sus anteojos, la epopeya de aquel imperio que es ella misma (y no la ella pequeña sobre el regazo de la ella más grande, ni tampoco la apenas mencionada).
Dejé mi pulóver sobre la cama, mi pulóver preferido, lana pura, nada sintético, sólo lana. Tejido a mano especialmente para mí.
Lo encontré tal como lo dejé, salvo por los dos enormes agujeros que hacía unas horas no estaban.
Creí por un momento que un alien pegajoso moraba en mi casa, debajo de mi cama. Lo busqué por todos los recovecos, lo busqué sin hallar nada.
Luego pensé “será una laucha muerta de hambre”, me subí a una silla, miré desde arriba, me bajé arrastrándome por el piso, busqué por las hendijas más finitas: nada.
Ni rastros de alimañas extrañas.
Opté por creer en las polillas: las muy guachas se esconden como ninguna.
Ahora me siento observada.
Las gafas se le encorvaron ante una visión un tanto obturada. El interlocutor no acababa de comprender lo ocurrido, la travesía asombrosa que ante él se presentaba. Y se repetía buscando la sensatez:
“Contemplar mueve a sentir. Escuchar mueve a sentir. Meditar mueve a sentir...”
Era asombroso ver aquello. Verla toda ataviada con un vestido enteramente confeccionado por polillas vivas... y que no lo notara.
Estuvo mal de mi parte no decirle que sentía lo que no sentía.
Me sentí culpable por pedirle rescate ante la seguridad de obtener una cuerda que me salve. Había sido muy cruel aquellos días, sentí demasiada vergüenza ante mi estupidez. Guardé el orgullo bien doblado en algún lugar de este espantoso cuarto para hablarle. Dolorido de felicidad respondió con tanta entrega como pena.Por más de dos horas de absurdo insomnio soportó las quejas de un falso amor que le había quitado algo con lo que “tanto” esfuerzo él había forjado.
Color sin nombre bostezaron nuestras almas, eran las dos de la mañana, decidimos irnos a dormir. Previa entrega al aletargado reposo confesó prefería matarme a que le cause tanto dolor. Lo recompensé con el desfallecer blanco de mi mediocre amor. ¿Será suficiente?, murmullos deshidratados de mi ser noctámbulo.
Y allí también, en silencio, nos observan.
Era su piel la que crepitaba bajo las polillas que se inquietaban.
Y se opuso a sentirse así.
Desabotonada, una nube de insectos rompió en vuelo hasta revelarla. Toda ella un tránsito de sí para sí misma.
Y uno, simple testigo de su hermosura, a veces quisiera ser un pedacito de lana.
Entonces lo supo, entre lo sonrojos de sus dos pequeñas tetas, el hechizo de su furia malhablada; sus pasos cada vez más cercanos a los míos, inmóviles.
Ojalá no te dolieran mis brazos,
ojalá no te pinchara mi vientre.
Ojalá pudiera mostrarte el círculo
que se afirma detrás de mí.
Ya estoy acá: ya estoy.
Ojalá te quedes en mi calma,
húmeda de selva y rocío.
Ojalá puedas leer mis párpados,
ojalá escuches el silencio de mi sonrisa.

No pude oírlo... me estaba besando; y sentía entre los labios su sonrisa.
Latía desnuda, con la incertidumbre de un recién nacido.
No hay vuelta, no hay inspiración: no logro decir lo que quiero.
Si estás ahí, si me estás leyendo, tal vez entiendas, como siempre. Creéme: quisiera darte palabras mejores, palabras más hermosas... Sólo puedo darte palabras verdaderas, de esas que se empeñan junto al honor, mano en pecho, sabiendo que, de perderlas, nada más queda.
Callo.
Y calló...
-inspirada entre respiros, suspiraciones-
...la estaba besando.
(sus labios, desenredados, de nuevo se sonreían; como convencerla de probarla con palillos japoneses)
(la aliteración de dos vocales, hace toda la diferencia al observador)
“Quien camina siempre con prisa pierde la oportunidad de contemplar, de escuchar, de meditar; pierde la oportunidad de sentir...”
Ahora igual, latidos de por medio, con la métrica de un hai ku... aunque me duela.

Estábamos ahí, aquí.
Que tristes tres pasos sin botones hubiese sido que no dolieran sus brazos, ni los aguijones de su vientre.
“...quien no siente, tal vez, no vive."
¿Hubieses, como entierro ahogado, lastimero, en pupas de polilla, preferido que me cierre a tus heridas?.
(leeme... vuelve... las heridas lamidas me llevarán a los párpados de tu silencio)
Dime cuándo un beso se sufre...
El absurdo sería que quien aún crea que esto es por completo -absurdo y- acerca de dolerse para que el otro duela -matices- repare al menos que, de ser así, recién acaba de empezar a hacer su tarea.

Gracias a:
Dédalus, Manón, Anabella, Charol y La Co por la autoría de su aporte y participación.