28.1.07

fábula matariferia

El señalador del libro no era más que un trozo de papel cuadriculado con notas que no seguían ninguna de las geometrías y se mezclaban con un café negro, espeso como una cuerda de cello que atraviesa la médula de la noche.
“Beirut... el niño llora al ver cómo queman la bandera... símbolo del imperialismo de occidente... su llanto está seco y frío... mordiendo una bala fabricada en un país vecino cual chupete, duerme entre los escombros de sus padres... ¿quién le explica que ya está muerto cuando él sólo quiere tener de vuelta su cobija?...”
Eran unas notas viejas, pero nadie más lo sabía.

El acto más noble, es a veces el más estúpido; y el orgullo en ambos casos, obsoleto.
Por la rotación y presión de las revoluciones; la cucharita del café propiamente dicha -a saber, la parte con la pancita hacia fuera- se codeaba acogotada por el mango sostenido con la evolución de dos dedos incapaces de desabotonar las palabras correctas sobre los pechos que levemente temblaban tras la blusa que ya no estaba. No por desunda, sino porque el cuerpo que contenía se marchó luego de dejar un dinero a cuenta de lo consumido.

No es estadística que en cada vagón de tren siempre hay una mujer hermosa. Incluso si esa mujer es el lado femenino y oculto del maquinista del último tren del día, sin pasajeros...
¿Sería la amargura de estar enfrentado a las ruinas arrastradas por corrientes y callaos de aromas apagados?. ¿Sería la gravidez de Seu Jorge en la guerra de un planeta sangre?... no.
Podrían haber sido tus ojos de sandía lo que llamó mi atención, o la dama en fuga; pero fue el arte para saber cuándo desahogarte.
En ese instante la cucharita perdió su útero para siempre.
Calma. Ellas suelen querer ser entendidas y cuando detectan que uno lo está haciendo; escapan. Claro, en el proceso algo se pierde, ya sea de ellas o nuestro.
Y dicho esto descorrió una falsa pierna que no dejaba de golpetear con un bastón que desde el inicio de su discurso, sostenía por la base del mango.
Sí, son unas verdaderas ilusionistas...
Como en ningún momento alcé la cabeza para verlo, opté por ignorarlo.
¡Eh!... y empujando con la punta de su bastón la mesa, mi codo trastabilló desorientado del susto .
Ellas no son buenas para nosotros, mas son el único veneno con el que contamos... dijo rechinando los molares y respirando vapores por su hocico redondo.
Un ojo, una pierna y mi honor... susurró articulando con sólo sus labios.
No quería saber, no quería preguntarle. Lo único que deseaba era otra cucharita para revolverme en esa torcida mesa...

Cerdo Qiú desde su concepción fue caballero. De estirpe y abolengo, su vida había sido ejemplar hasta ese fatídico día en que montado en su faisán dio hasta donde una gran muralla que lindaba con el gran bosque de avellanos de la región.
Respetado y querido por todos, era muy solicitado a la hora de dar consejos de cuánta materia cubriera el interés humano. En las romanzas del amor, las mujeres endulzaban su boca al nombrarlo; no tenían más que elogios y perlas para el alma, sexo, baños de barro y destrezas amorosas de tan aguerrido estratega. Cariñosamente se lo conocía como El Duque de Porcelana, ya por su virtud y delicadeza, ya por su condición de porcino que, a falta de opacarlo, lo enaltecía. Pero aquello... aquello gestado con resentimiento e insatisfacción, no podía más que ser obra de una mala hembra.
Una ofensa de tal magnitud, vista por todo el que transitara por aquél camino, era imperdonable al tiempo que una deshonra para el Sir caballero.
Una inmundicia. Para colmo de males, una sonata de estridencias perturbaba mis ánimos en tan penosa situación.
Al otro lado del muro podían escucharse los cortejos de cuchillas cortando piel, carne y huesos vivos. Nimio sufrimiento para lo que el noble señor, hundido de rodillas, entre lágrimas, pezuñas, maldiciones y desconsuelo, estaba pasando.
Tal tormento no es deseable ni para el propio enemigo... y sabía bien que no había sido ninguno de ellos a quienes consideraba ante todo, hombres de honor y buenas letras.
Sin dudas era obra del género... como las llamaba para descalificarlas.
Abordado por la cólera, bañado por el sol del atardecer a sus espaldas, intentó desgarrar a coro de furias aquel estigma de la roca a fuerza de sí mismo.
Ese día lo perdí todo. Toda mi vida por un capricho. Ya no podía volver a ver a los ojos a mi prometida, a mi familia; a nadie. Ser victimizado, ferido así manera, torna el universo de las razones un infierno.
Al continuar describiendo el entorno del lugar y gruñendo los quejidos ajenos, noté que Cerdo Qiú, no había reparado que las voces al otro lado, eran las de sus congéneres. Un matadero del cual me confesó haber probado las mejores piezas de jamón con un suave ahumado y sabor de avellanas.
Tú, has salido ileso. Lo demás no importa... ella no importa... ninguna de ellas importa... yo sé de lo que hablo...
(en la boca sólo le faltaba una manzana)
Aún hoy esos tres pilares de malevolencia retumban dentro mío. Ninguna ofensa que exprese tal sentir, es digna de un corazón que en gracia la manifieste... malditas perras... ellas y sus hirientes ironías... escribir algo semejante...
“Chancho, te amo.”
Ese mismo día fui a buscarla con los papeles para tramitar la adopción de un niño huérfano que perdió a sus padres después de un bombardeo en un área civil en Beirut...
Zamazra acaba de cumplir seis años (le regalamos una alcancía para guardar lo que no sea dinero) y es el hermano mayor de dos gemelas de año y medio.
Los cinco bailamos, tarareamos, disfrutamos escuchando a Seu Jorge y, todavía hoy -si bien ninguno lo comprende a ciencia cierta- llevo conmigo los dos pedazos de la cuchara.
La espina y la guatita.

22.1.07

coplita cementerio y añoranzas

ay mi muerte mi muerte, quién llorará mi muerte
despacito me voy dejando dejar de amarte
para tenerte cerquita y deshilarte sin que te duela.


tatita decía que las manos henchidas de vida se trenzan con las arrugas hasta hacer una argamasa de mimos. después miraba grandes los ojos redondos y sonrientes al tiempo que con un leve gesto indicaba que podíamos tomar el mate con leche.

es que la muertecita viene de paseo viajando
entre la noche y los días de los hombres buenos y malos
ay mi muerte mi muerte, quién llorará mi muerte.


tortuguita ciudad de caparazones en un mundo redondo y con dos esquinas hacia el cielo. así describía las ruinas de la iglesia que se veían más allá de los puentes. eso, o que nos iba a comprar unos conos helados.

ay mi muerte mi muerte, quién llorará mi muerte
cuando me haya ido y no me quede
quién me esperará por la pérdida encontrada.


en el altiplano hablan las rocas del primer hombre que caído de un árbol cual fruto, lloró hasta poblar cada lágrima con las esencias del alma. después él también se convirtió en piedra. los que no creen se pierden en las cavernas insondables de su propio corazón.

sabrás cómo en solitario ser sin compañía
cuando de brazos en el vacío encalles
y silencies en libertad tus carcelarios espantos.


en un librito mucho más pequeño de lo que imaginas y a punta de lápiz con una aguja enhebrado, solía tatita hacerle cosquillas al papel de plumas con la paciencia que le lleva a la aguja, guiñarle el ojo a la hebra de una palabra por nacer. para el último punto, hincaba el dientecito acerado sobre la carne entre los nudillos del índice y el pulgar izquierdo. siempre en el mismo lugar.

ay mi muerte mi muerte, quién llorará mi muerte
al padecer los ojitos la ausencia de ti
antes que un susurro de río, te envuelva para llevarte hasta mi.


la traída de naranjas era un juego que no cesaba sino cuando sembrábamos las semillas. lucecitas y de pronto, al lado de una estaca, una paloma junto a su polluelo muerto; esperando. exequias para los vivos. corrimos a buscar socorro. al día siguiente al lado de la estaca había dos crucecitas.

este sendero no lo inicié ni lo terminarás
ay mi muerte mi muerte, quién llorará mi muerte
con pañuelitos no digas que soy niño por sonreírle con ternura a la señorita
ay mi muerte mi muerte, quién llorará mi muerte
que venga con piloto y paraguas, otoños en los pies, mieles en la boca
sucias las mejillas, de lodo la nariz,
ay mi muerte mi muerte, quién llorará mi muerte.


al organillo le falta cura. está enfermo de algo que ni dios sabe si puede. el mate con leche tiene un sabor distinto sin las manos rugosas de tatita, sin el librito y el puntito que nos dejaba con su dedo en el entrecejo mientras con la otra nos hacía cosquillas.

ay mi muerte mi muerte, quién llorará mi muerte
cuando me llames, surcaré sueños, te pescaré con una flor
andaremos juntos y al despertar, estarás un poco más cerca.
ay mi muerte mi muerte, quién llorará mi muerte.

(cantarás)

con una vida abrazada en la fundición de lo que la muerte no abarca y contiene.

ay mi vida mi vida...

15.1.07

falanges

En una siesta intentaba explicarle a Meyer los vestigios consecuentes de arruinar historias... la estaba retando.
Y cómo será Meyer de sonámbula que me echó un bostezo tan dulce que lo acabó en mi propia boca... ¿Puedes creerlo?.
Estaba rodeado.
Detrás de mí, un roble; delante, el amor de un sueño vivo.

A las rocas del poniente, niño-malón y culto al vernos, no dejaban de oponer bromas de malamor al botón de azules violetas y claustros.
Tanto se mofaban, que desdecían los pensamientos con barbas de hierba, citando a un servidor descontextualmente...

Yo opino yo, mi culto señor culto, que lo que importa es salir de donde se entra... ¿qué opina usted sobre esta similitancia de misilitudes?...

Que me pica belicosamente la barba señor malón, pero del lado de afuera de la cara...

¿Alguna alergia?.

¡Hormigas!.

Niño-malón sugirió proferir un par de bofetadas de mano propia para remover el lodo y pasto de la cara de culto quien, una vez la jeta hinchada, se contuvo como buen gerente subcutáneo de lacrimosear delante de su par que lo escudriñaba rapaz ante la posibilidad de un moqueo.
Una risa fúnebre de dos pasos y un cojeo, seguida de insofrenable moira, despertó en los pequeños un grado de profundidad lúdica que de haber estado atentos hubieran entendido, pero seguramente se quedaron pensando en la frialdad de niño-malón y el temeroso orgullo de culto.
De haber prestado atención, hubiesen notado que religión estaba con ellos, pero algo distante de esos menesteres.
(en la escena se filtraba un, en apariencia, imperceptible susurro)
(...shitagau no kai?)

Alguna vez -pronto o no tanto- sabrás el por qué de los inaudibles momentos que nos enceguecen, aunque sean perturbadores... pero aquello se hacía más fuerte.
(...shitagau no kai?)
La crueldad de los niños, lejos de ser hipnótica, es madura.

Arquitectura orgánica... una patada en el estómago, definitivamente duele, aseguró culto retorciéndose en el suelo.

Sí no doliera no tendría gracia, corrigió niño-malón.

Que te digan “ya no quiero ser alguien en tu vida” y abrirte la puerta para que te vayas duele mucho más todavía, sentenció religión...
Amoramuerte...

A ninguno, aún siendo mayores que ella, se le ocurría contradecirla...
Meyer los observaba dichosa mientras no dejaba de desbordarse sobre mi con sus brazos.

Así regirá cada uno su mundo.

Acogotada, mi mirada perpleja se posó en sus oscuros ojos de labio de un humo carnal... Está parda la noche... muchas velas apagadas, suspiré buscando un rebote del cosmos.
Meyer comprensiva, se dispuso a explicarme con zambra policana; y sin soltarme.
[secuestrado en mi propio cuerpo por una mujer a la que le soy por entero suyo]

Amanece o atardece acorde en la dirección que miremos. Cuando atardece en nuestras cabezas, amanece en nuestros pies... springa mandala (simplísimo). Cuatro clavijas para cinco cuerdas, eso, es una diablada.

Simplísimo, ¿vieron?... “zambra - policana”.

Los números pueden suspenderse; mirá al polaquito leyendo.
El polaquito era un inmigrante que viajando un día por entre materiales en estado inmóvil, se quedó bolsa y un cuarto de cremallera abierta. Se le escaparon todo tipo de números, salvo los cinco segundos que tardó en notar la ausencia del resto.
[no era polaco]

La existencia y sus medidas, esbocé habiendo comprendido.
La existencia y sus medias, me aclaró para descomprenderme el haber de un mamarracho.

La cualidad de esa musa ataviada en palabras y amarrada en mis huesos... ¿mencioné que estaba nada más que desnuda?.
(y en susurros)
(...shitagau no kai?)
Sí, sí... pero no.

Un día cada uno tendrá un poco de los otros, aseguró Meyer.

A lo lejos religión destinaba que sus latidos, latían todos en grises, menos algunos colores que tornábanse trombetas.
Hablar en lenguas es uno de sus divertimentos predilectos, aunque los mayores se asusten.

Que vamos tomando careño por la ruta corazón, que cuando tengas destino sentirasme satánica al viento de un acero, lady boy, lady boy, lady boy...
Premonitorio aire de un borracho... un cigarrillo como prenda y augurio marital... se fue sin encenderlo, con su caramañola de uvita jugo y sonrisa. lady boy, lady boy, lady boy...
Venus sube in amore profundo.


[religión no sabe orar]

Culto estaba sentadito escuchando a su hermana; ya no temblaba.
A veces el hombre no tiene espacios suficientes para escribir, y planta una semilla.
(...shitagau no kai?)
En el tambor de la sombra ya no tengo salvación para darte; sólo pecados. Ay agüelina aguita buena, que vas nadando hasta la flor lilí con flor marlene y una bailarina gilda gigí, lady boy, lady boy, lady boy...

Por su parte niño-malón nada quería saber sobre eso. A él sí le gustaba usar pollera y punto final... un punto que... un punto... qué imbécil... era un agujero...
A veces se los confunde con ternuras.
Piel con piel; a niño-malón religión le daba espina.
No hay más piel más dura que la piel, ni piel más blanda que la piel... y dicho esto detonó dos puñetazos laterales sobre los flancos de la espalda de culto.
Religión se echó a llorar gritando: Rougé, rougé!, Pouvre Cinq!, puvre cinq!, cual polaquita a la que se le hubiese perdido un número desesperado.
Antes dar un paso hacia donde estaban (no pude dar ninguno ya que Meyer se me anudó de piernas), Culto giró 360º su cintura hacia un lado y el cuello hacia el otro mientras sin quitar la vista de niño-malón repetía: Burlesque Mr. Right, duele no me duele no me duele duele shiki shiki shiki shiki no me duele duele no me duele...
[el pobre debe haber creído que tendría el efecto cascabel de su hermana... pero olvidaba al lady boy]


Las manos de niño-malón supuraban una tibieza sanguínea. Sus pies araban la tierra... culto no alcanzó a ver nada más después de la primer embestida de cabeza... quedó ciego, con los ojos totalmente blancos y diametralmente contrarios a los de su madre.

Eso es amor...

[aquí es donde debiera decir algo como que es comprensible, porque Meyer es una diablesa de metro y pico de piernas, que sustenta la imaginación de todo aquél que se precie de tenerla y es capaz de encontrar en ti una mirada profana -estigma vaginal de sumirse entre las hojas de un botón sin florecer para sentir su carnosidad embebida de rocío y polen... una asquerosidad- y una idea tan original del pecado que no alcanzarían las manzanas para serpentearla como la más deliciosa de las costillas... mejor darle la razón inexplicable y dejarnos sentir recorrer por los jugosos fuegos de sus pasiones... sin peros]

Guardaré estas líneas en mi cuerpo...
[¿creen que me importó la ceguera de culto después de tal confesión?]
[se equivocan]
(...shitagau no kai?)
[no me importó]

[21:35]
Meyer acaba de abrirme una cura desabrida y la está lamiendo.

¿Así no va a curarse?. La inteligencia a veces me ofende por obvia y por tonta.

Quiero que disfrutes de mi lengua.

[diciembre 29 de 1999]

¿Por qué te detienes?...
Porque quiero quedarme y presenciar la tormenta de ayer.

¿A dónde vas?...
Al principio...

[sabe dios cuál de los dos fue dios durante ese lapso de despedida]
[ese día el uno se fue para permanecer donde el otro]

¿Prefieres pétalos frescos, secos o marchitos en tu lecho?... Contestaría que: No hacen diferencia, pero estaría mintiendo.

Mientras niño-malón ablanda la tierra con las manos y culto la guía a destino con precisión, religión la acaricia y rasca sus barbas.
Meyer -umbría sal de cabello recogido- respira parsimoniosa esperando que le traiga lluvias.
Tendido entre el roble y ella, la tomo cómplice, la anudo mordido en sus mariposas, y bostezo hasta abrevar en la herida de su boca.

Embestido contra ellas, sus manos rojas laten con mi corazón dentro.

shitagau no kai?: (jap) ¿me escuchas?.

shiki: (jap) comandar, dirección.// ecuasión, fórmula, ceremonia.// hora de la muerte.// cuatro estaciones.

11.1.07

manos rojas

[PRONTO]
(creo)
{depende justamente de esto último y los días de campo}
-de andar por campos de naturalezas varias-
"sí, me encanasta usar cualquier especia para decir picnic"
¡PICKI NICKI!
¿Piqué?
Pîcles, claro...
con sombrerito para no insolarnos o insularnos
¿puedo ser una isla?
quisiera ser una pequeñita, pero no mucho muy pequeña
[lo suficiente para ser tu isla]
un nido estaría bien también sí
¿y un tropiezo de mi pecho en tu pie, dices?
`¿puedo pensarlo?´
-sí, es capciosa-
ella y la pregunta
...
cuando chasque los dedos te olvidarás de todo
[pronto]
de un manotazo y un "ay ay ay amenaza", vendré
[en cuatro patas]
con las manos rojas
[ay ay ay es nombre propio y cristiano; eso dijo la santa]
-también de nombre suyo-
...
¿qué?
(¿no habrás pensado que esto es algo literario?)
(es literal)
[en cuatro patas cuatro]
(ay ay ay)


::la contestaduría deja abierta sus puertas hasta nuevo aviso::
La Gerencia