19.4.07

naipes

[dos (de) corazones... o la marca del diablo]
Si quiere ganar; déjala ganar. Si ha de perder; que pierda.
En tanto guarde consigo ese as de dos corazones y el suyo, el diablo estará contento de que alguien lleve su propia marca y no la de él.
Porque los diablos también tenemos sentimientos... ¿y por qué diablos tenemos que tenerlos cuando duelen como si en la ausencia de sentirlos arrancados, nos quedan todavía latiendo sus latidos dentro?.
[agonías para una segunda vocal y una b]
La trampa no tiene que ver con la baraja, el paraiso o tormento de vivir; esa creencia es en parte la trampa. Tanto como que se trata de un dispositivo puramente humano.
¿Qué es entonces, un maldito?.
[un corazón de tres corazones, es ante todo un trébol o una abominación de la naturaleza]
¿Importa?. Si juega en los solitarios con caídas boca abajo, terminará con los labios rotos. Sin brazos para mangas en las cuales tener ventaja alguna.
Si se la deja ganar, ya habrá perdido. Si te impide que lo hagas; gánale.
Apenas es una criatura que nada sabe de lo que envuelve a una partida donde lo que menos valor tiene para la vida es la criatura misma; su propia esencia.
[cada quien es pues su doble corazón]
¿Cómo haces horas suficientes para despertar sin dormirte?.
Un demonio no se desvela y tampoco concilia el sueño por completo, pero no tenemos dominio sobre el tiempo. La eternidad no es nuestra.
¿Eres...?.
Sí, lo soy.
[¿cómo puede mentir entre las tinieblas alguien que sabe con certeza el nombre y sangre de su padre?]
O madre...
[hasta los mandingas son detestables cuando cuestionan a hurtadillas sobre lo que uno escribe con el juicio del rabillo de uno de sus ojos, cosido por los adentros de su párpado]
He visto uno en el interior de un instrumento de escritura; un diminuto maligno bueno como un ombligo de pan tulipa y cielo de aromas naranjas... escribiendo sin quitar la vista de sus tejidos.
¿Se entiende que al hablar de un corazón y un diablo uno se refiere a lo mismo?.
¿Acaso nunca te has detenido con un giro diferente a ver lo que a pesar de ser algo o alguien, es también algo que según se dice, “no debiera ser”?.
Pero es.
Eres, un espíritu algo demoniáco con un tierno culito sonrojado hasta el copete de las mejillas que, junto con esos cuernitos que aguijonean tambores mientras llueven asesinos, no hay quien se resista a dudar de su naturaleza para descubrirse con una nueva.
[masacres]

Corazón...
¿Y si él se escuende... y se muerde?.
¿Qué ocurre si alguien se duele por saberse muerto y se desabre de toda esperanza?.
¿Qué respuesta hay para eso?.
¿Cómo se encuentra la calma?.
Quería creer que sí, Corazón, que sí había uno como tú, como él...
...pero se muerde.


Cual mamífera flor de un cauce que se pierde absorbido por las tierras de una piel endurecida por cantilados. Como la de pecho hambruno que regurjita el cortejo florido de un amante desposeído de sus leches en obstinada impaciencia y cascabel asido al tobillo de un otro para darle alarma antes que despierte.
...y ese otro es uno haciendo sonar el carozo de ese sonajero mientras la fruta de un corazón ausente se marchita.
[pedregoso gesto muscular de cardiáco espasmo con mueca destilada, pariendo bubones de la glotis; habrá quienes prefieran a eso, un amor atragantado, sin palabras, descorazonado de genio y flamenca punsión de escalera con peldaño en veneno y taconeo en falso; ¿sentirán a alguno de los dos como algo bueno o algo malo?]

Apunta tu dedo donde lo sientas dejar de titubear en tu cuerpo. Remeuve la carne. No, no hay truco.
Ese es será el naipe que escogiste más allá de saberlo o no de antemano.
Allí estarás.
El naipe te habrá descubierto. No finjas sorpresa; lo sabrá.
[por el contrario, cuando tú lo sepas no podrás evitar el asombro]
Dirige tu culito al norte del culito del corazón que te es ajeno y te es por culito -diablesca y divina voluntad; cosa de croupiers- enteramente un cardinal de flores mamíferas y sin más juego que el de serte para ser.
Esto es una irreverencia.
Es.
Y sin embargo no puedes decir que no es también lo contrario.
Puedo.
El poder es una cosa. Saber usarlo otra.
¿Cómo?.
Eso para cuando aprendas a jugar sin usar la baraja o vuelvas a hacer castillos.
[¿notaste en qué momento se adivinó el naipe en el que estabas pensando?]
[cuando te desayunaste que las encrucijadas -savoir faire de la liaison cosmique- los corazones dan sus culitos a nuestros frentes]
...I never loved somebody fully. susurraba tridentalmente para decir que nunca nadie le había amado con ese desparpajo de nueces rojas como alguien que no es, sí lo hizo alguna vez.
[¿creías que era en ese momento?]
[el agua es un espejo también; desde lo profundo hacia la superficie; eso, o es un cielo]
Y en el instante en que acabas de percatarte que los roles se invirtieron, que la vida lleva su propia marca en tus mangas y la criatura -desentendida de sí misma y sus berrinches- baila demonches, belcebúes de pecho en lluvia -noches deshojadas de sueño y horas- ...caes de bruces y cuentagotas sobre las nueces cárdenas de una nariz infierno de un hombre que retira tus apuestas.
[en ocasiones, sólo así se gana]
[restarle diversión a que pierdas no es digno de un no-ángel que lleva tu marca]
[camorra de una dulce aberración al freno de tu pródiga compulsión a la fedor]

¿Y bien?... ¿ya sabés cuál de los dos corazones eres?.

[ser el de un trébol también puede ser un milagro o las dos cosas]

Porque hay corazones que son también...

12.4.07

parlinches desmerémmberádas

pekín pekinés pepino con pecas propón proponía precio al bífido bribón del vivaz vivaracho bravucón en cuanto contentaran cántaros calendarios al contar con el contrato cantoral de cuentas collares cucharas y cuerdas para violines gatos y ávidos habidos ábacos bajo hipos hibiscus anque campos mientras minerva marilina modista modesta maravillada mordía la envidia diente de una bella señorita rural enrulada de rollizos rizos lisos sonrisas claras rojizas mejillas que recogía plumas de cuervo en un maizal para hacer penacho pena para no padecer la ponzoñosa virtud volitiva del veneno cuya vacuna tiene paladar y no lengua que al mezclar con granulados granitos glándula de grises grillos ojitos de grulla con pocos gramos de grumo en gajo y gargántulas grageas de grandilocuente gorgojo enjutado en ajos aliento alicientes vendados enjugados en greñudas groserías grosellas la gracia de lo grotesco en amargo amargor de fruta convertido sabrá así dulce a la agradecida boca acuosa y fresca de pepino pekinés pekín quien de una vez en dos de sangre en seis sentirse sentido asentado sin asiento parado cual su primo perro de sartén hocico enano nunca no más de los sempiternos siempres sesenta veces sentarse se sentiría sorteadamente suertudo para ser de hacer y volverse al traer la rotunda rotonda isla de un hombre amado descabellado lustroso calvo pelado pero con un plumaje que ningún bufón fantoche con ridículo calambre de rótula y risa corolaria burlaría a su vista aguileña ni su tercer ojo orquídea con el que guiñó a la campesina el despertar de la marilina envidia quien vidriosa ebria de vides se bañaba rellena en almizcles mordía mazorcas pulverizando gotitas de chicha con chinchuda calma chillando alacranes recogiendo entre mugre chinches purulencias y chiqueros de sus míseras miserias sucias tórtolas plumitas de pichones pichón paloma ahorcados con celosa célebre celeridad en la rivera del cántaro cobrado con encapotada cubierta de caperuza para coser copiosa copetuda al hikebana los piquitos cual botones en los harapos que enterrada vestía la campirana salvo por un dedo al descubierto que a minerva señalaba para contundente conturbación de pekín pekinés pepino y pepino pekinés pekín quienes la encontraron a ese único dedo de locura y locuáz mansedumbre hilvanada para los retazos que su cordura atesoraba como graznidos de maíz en hachazos vivos que el envalentonado vivaracho vivaz vendido había como pajaritos de primera para guisos de caldos con harinas uñas higos y hervores de verduras hervidas.

3.4.07

69

Mortales ojos [corrigiendo el ser, tutelando a los árboles de los soplidos del río] de una fruta crispada [helena caricia de un perfil amor nariz y diamante rebujado en la piel con la maestranza de la estría y el parto, la cicatriz y la yema del dedo que la circunda; cadera ovillada en recelosa mano que la quiere toda para sí; esa cadera al requiebro de la palma]
La más niña de las niñas cesa el llanto por una mariposa, mientras trepa cajones de madera con la altitud que su fuerza otorga y la curiosidad concede bajo un alfombrado manto de esperanzas y perlas.
no habla lo suficiente todavía porque no tiene mucho que decir hasta tanto no encuentre el momento preciso de interrumpir guturalmente con un plumazo de brújula y medio giro que la deje iluminar pintitas en sus pasos calzados con sumo cuidado, atados con nudo y moño hechos por ella quien supervisó la maniobra de la figura grande que le daba la lección sobre la técnica del cruzar, tirar, anudar, rodear, enhebrar y sujetar.
Al alcanzar el pico o protuberancia de aquella figura al otro lado de su montaña, gateó con el reparo de descalzarse para no hacer ruido con la suela de sus zapatos.
Faltaba poco, no parecía haber sido percibida. La mariposa, quieta, contabilizaba los aleteos controlados midiendo las presiones, calibrando los efectos de las tormentas en parpadeos de infante.
De color abstraído y vampiro como la rabia- -
Ese no es ningún color, no mienta... dijo un paseante cercano al suceso que se narraba.
¿Sabrán algunos que si no aprenden a ser benditos, uno los maldecirá de por vida hechizándolos con la bibliodiablura de un pez espina?.
Confinado a un laberinto de cuatro letras no supo dónde retomar el diálogo. Alguien le esgrimió un sendero un tanto aquejado y la realidad tomó rienda casi en el orden que sigue y sin tomar aire siquiera...
Y no me interesa hacer o tener amigos; no he de salvarle la vida a nadie por aceptar y elegir tal suerte me importa mucho sí que a quienes les procuro el candor de mi afecto incondicional en tanto la traición no sea pillada en evidencias hirientes y congratuladas de ínfulas por sobre mi persona (de verdad que te mataré si me haces un daño incluso en la piel que me es ajena y amo antes de probar tal bocado infiere tus dagas sobre mi pero no tengas miedo ni te arrepientas cuando esa pujante herida te absorba hacia adentro y te trague el aviso no es para tu cuidado sino para recordar que no quedará rastro de quién eres ni quién fuiste) no es para tanto reconocer que uno es poco amistoso con uno que carga con argelias en su rojizo lomo de paquidermo indio y cultiva dedos en la ansiedad de un miedo que lo mantiene vivo sin tener claro en ocasiones para qué punto aquí va un punto y una posible mala palabra sí una que descalifique bien el proceder de un hombre que se asegura de la muerte de un amor porque no es más que eso el afecto tres puntitos aquí debieran ir tres puntitos o un punto y coma me miras como si aún estuviese no diciendo nada date la vuelta te ves en el espejo (no importa que no me veas a mi, soy de un color vampiro ¿recuerdas?) deja de resistirte, cuanto más rígido te pongas será más doloroso el dolor es tiene cualidad de ser y no me gusta y no por ello no lo disfruto y si me tenso es para sentirlo en su expresión más pura punto punto punto y aparte un cuero de cinco milímetros de grosor (tres) tres centímetros de ancho (dos) ochenta de largo con hebilla de metal plateado (uno) seis agujeros reversible negro y marrón oscuro doble costura ideal suspenso no hay suspenso en verte al espejo mientras un cinchazo limpio te quita lo machito y te desprende del suelo y ni una lágrima por cada gramo de ese humor líquido es otro trazo y el sacro que incapaz de rezar ruega que duela más y más la marca de la cola del diablo la marca de la hebilla el aire zumbando al chasquido del cinturón y el siguiente y el que le continúa etcéteras el ritual de una bala que danza en las navidades a modo de artificio era amor indiscriminado (lo era, en serio, no había distinción entre mano, pantufla, cinturón o varilla o...) heredado el reino del mal uno se sabe capaz de males mayores incrementando la eficiencia no desperdiciando energía cerrando su corazón en llave de siete puertas (es un número que nada tiene que ver con las edades o la duración de escoger callado la llegada iracunda de ese enorme verbo humanizado hoy blandido en estos trazos y del cual me pregunto en ocasiones qué es de él encontrarlo verle hacerle saber que tengo fortalezas que una mujer y sólo una mujer quiero que tengo sueños que hay que ser mucho más fuerte de lo que soy hoy de lo que él era que con él y sin él soy un hombre que me he perdonado hace mucho y espero que él se perdone algún día que me gustaría verlo al menos una vez más que tengo miedo miedo que... ¿qué ocurre?, ¿por qué tienes esa cara?.
(no, no creo en la suerte)
De niño, sabes, quería ser ninja.
Hacía cosas que sigo haciendo como creer que puedo concentrar energías en un punto del cuerpo y liberarlas a gusto con más o menos intensidad. Está oscureciendo ¿no se te hace tarde?.
Cierto que eres como un ave en capítulos al echar vuelo sobre el pensamiento.
¿Qué cuanto dolor se puede tolerar estando consciente?. Pues no lo sé; nunca quedé inconsciente.
La ortodoncia sin anestesia es de malos odontólogos o de odontólogos malos, no lo tengo muy claro.
Tengo una cicatriz en mi entrecejo, ¿la ves?, aquí; hecha con mis propios dedos. Hurgué en la piel y enterré uñas; no, no sé lo que estaba buscando ahí, pero no lo encontré.
En algo tenía razón mi padre. Al relajar el cuerpo, la resistencia y tolerancia al dolor se hacen mayores. No puedo explicarlo, pero es verdad.
Tanto que en ocasiones el deseo de experimentar un dolor se hace irresistible. Como las descargas eléctricas cuando tocamos algo metálico que está cargado con corriente.
O un médico, al ver las variaciones de tus electroencefalogramas (suponiendo que el patrón fuese el de uno y no el del ninja que uno lleva adentro para eludir sus doctoradas interpretaciones) receta electrochoques que te hacen miedito en los dientes y los ojos se te rasgan hasta que eso es lo único que queda; ojitos achinados.
Sí, también quería ser científico y experimentar con el cerebro de alguien...
Jugando a ser niño siendo niño hice de obrero entre los obreros. Tendría no más de ocho años. Con una maza tiré abajo un baño. De pantalón corto, remera y a mazazo limpio contra el ambiente que iba a ser demolido de todas formas. Las astillas de los azulejos estallaban... Cuando terminé, estaba lleno de punciones y botoncitos de sangre.
Era un juego, era parte del querer ser más fuerte.
¿Inteligente?. Era un niño.
¿Me creen, verdad?.
Se levantó como para irse y se fue; le urgía ir al sanitario.
Esperaban su regreso. Se topó con alguien que salía, dentro olía graciosamente vomitivo; orinaba, miró su pene dotado de una piel tanto más morena que la del resto de su cuerpo; el ambarino color era intenso el olor tibio, concentrado; se sentía aliviado; había estirado el prepucio (de chico recuerda que lo tenía como pegado al borde inferior del glande y su padre en un proceso quirúrgico de índice y pulgar, se lo tironeó hacia atrás; sentir que la piel se desprende, que emite ese sonido similar al de tirar de una etiqueta pegada en una superficie y que puede romperse) seguía mirándose y recordaba cuando tuvo su primer vello púbico y sus pares de doce años le decían que eso era signo de madurez, recordó lo mucho que tardaba entonces en alcanzar un nivel de excitación para masturbarse decentemente; lo torpe que ya de por sí era para masturbarse... dos maestras de su escuela primaria fueron el fetiche para sus primeras fantasías sexuales. Sacudió y terminó de desagotar lo que quedaba de orina, apretó el desagüe se subió el calzoncillo, el cierre fue al lavabo, abrió la canilla, buscó el jabón, se lavó, se secó con una toalla de papel y regresó notando antes de salir que alguien que había entrado después que él, salía adelante “olvidando” lavarse... por eso sostuvo la puerta antes de cerrarse con el pie en lugar de hacerlo por la manija... pensaba que a personas así habría que hacerles beber su propia... volvió a la mesa.
Se sentó de nuevo en su lugar; bueno, en otro porque en su ausencia hubo rotación, cosa frecuente en esas tertulias.
¿Me crees, verdad?.
Ella lo miraba recatadamente y miraba sus manos. Notó las primeras falanges de sus dedos índices como torcidas con tenazas. El sin embargo desenfocó y miró una mosca en una medialuna de una mesa contigua.
Ella le preguntó por su viaje al baño, si había pasado algo porque lo notaba con la mirada inmersa en pensamientos. El le contó que mientras orinaba vio que había un televisor contra la pared, ella reía; pero era cierto, a alguien se le ocurrió entretenerse urdiendo semejante desperdicio de divertimento. Claro que para el que defeca es otro cantar... pero no todo es válido a puertas abiertas.
Esto ocurría en otra mesa del que estaban esperando.
¿Qué te pasa?. Le preguntó estirando su brazo hasta apoyar su palma contra el corazón de él. [este no soy yo]
El no recordaba haberse visto frente al espejo mientras se lavaba. Había visto la cicatriz, pero no recordaba haber visto su rostro, los bordes de su...
[algo le retumbó adentro]
¿Era ella la que generó ese efecto de campanas dentro?. Los dos querían robarse un beso. ¿O dárselo?.
Nunca llegué a conocer a los hombres de mi familia...
Su abuelo materno murió antes de nacer y el paterno, el nono, cuando todavía no tenía un concepto de la muerte y el afecto que la atavia. Recordaba sí que se había enojado mucho con él por derribarle un castillo de naipes.
Ella estaba compenetrada y él la miró con cierto disgusto, tal y como lo había mirado a su nono que de italiano no tenía nada, más que haberse desposado con una italiana.
Oriundo de alguno, en la provincia de Santiago del Estero, parece ser que Ursino del Valle (todo esto su nombre) tenía ascendencia en parte natural de estas tierras, como también europeas (tal vez de la madre España, tal vez de Portugual... tal vez de Oriente).
Ella esperaba y quería que siguiera, pero él sentía que había dicho mucho, demasiado.
El necesitaba eso que un euskera sabe delimitar mejor en esa lengua tan hermosa y que le es desconocida. [aunque no está lejano a alistarse y embarcarse en el aprendizaje del japonés... todo ninja que se precie de tal debe saber hablarlo]
Podría inventar una lengua con alfabeto y fonemas, claro, pero eso le restaría tiempo de aprender sobre las artes prohibidas y los paisajes creados por Izanagi e Izanami, que le tienen entintado con el atavismo que el mismo Vincent sintió antes de cometer sepukku.
Tiene unas piernas que, depiladas, serían envidia de más de una mujer.
Fatal para la atención, suele hacer con las palabras del otro lo que con las propias. Es en apariencia tangencial lo que hace, seguir un camino diferente, sellar ciertas ideas y reconfigurarlas.
Vio que tenía un lunar a la izquierda del mentón y otro a la derecha sobre el labio superior.
Es como un eclipse. Y le explicó que si ella era la tierra, el era el sol del lado oscuro de Armstrong... y se puso a susurrar A Kiss To Build A Dreamon... suspendido por las mareas de un coagulado novilunio entreverado de suelos, sustratos y diminutos dioses entablando lanzas en dialectos que que el silencio habla sólo a través del huésped que le aguarda brindado a recibir sus filos desde adentro.
[la oscuridad de un desamor cuya metafísica se reduce a una mujer que existe]
La ternura de ella lo apaciguó.
[todo estaba escrito hasta ese punto que faltaba y no escribió porque sabía que eso no era todo]
Por supuesto que entre lo dicho y lo escrito hay fantasmas. Notas sueltas sobre algo de lo que parcialmente los espectros dejaron ver...
[mortajas]
El velo de un patriarca con la jerarquía de un verdugo que satisface su miedo sobre el rojo vivo de un beso anudado.
[filial]
Padre mío si tú quieres te lo regalo, pero no vuelvas a amenazarme con clavarme los anzuelos.
[iglesia]
En el estómago la bilis de una mariposa que frecuenta amoríos pobres.
[comunión]
Sombrero de cajas, pero para cabezas.
[migrañas]
Galantería de mostrar el nudillo antes de apretar la corbata y achicharrar el pescuezo.
[mentira]
Colegio alemán, onicofagia, uñas flojas, caídas, dedos descarnados. vivorita, vivorita, shh, shh, vivorita, shh...
[holocasuto]
Sin puntuación ni competencia.
[ulises]
Títere de un juego para un perrito con huesito vudú de rata y un librito que no tiene nombre, tapa, ni...
[calendario]
Tampoco tiene números; dientes.
[quijada]
plus bleu des tes yeux.
[fruta]
Mequetrefe atrofia mosquitera reprobable y alcalina.
[chupar]
El asombro de una tortuga de porcelana mientras cercados por la primer mujer que se enamora de uno, no tenemos escapatoria.
[beso]

Ligera de cuerpo, se adelantó. Delantales de las dilaciones dadas donde deja diatribas, diademas y avispas, deleitosa araña de abdominal pelaje blanco y guachitos pendientes, se descolgaba de sus propias trampas en tanto uno de ellos, roto, desencadenado en su clavícula de porte a paseo y posición de cuello a tobillo de sirena, contrariaba su voluntad abanicando su insolencia.
Interrumpió el andamiaje al sentir el aire desplazado cerca de su codo; no tuvo tiempo cuando la pequeña escaladora en un tropiezo empapelado golpeó su cabeza con la de tercera persona del masculino singular quien la contuvo en chichón de la onomatopeya consagrada por todo niño y que no era esta... se reía.
La mariposa recomenzaba el rito mecánico de sus alas justo sobre el meridiano de la testa del tercera persona del masculino.
Tomó conforme dos hojas vacías, resueltas a ser testigos.
El se puso a hacer un avión; ella a escribir.
La mariposa, quietita en la comodidad del pensamiento impropio. Una mariposa puede darse el lujo de cuando en cuando, de ser una pervertida. ¿O acaso no puedes concederle ese ínfimo deseo a quién vive un solo día?.

Que no se entere tercera persona del masculino singular, ni la mariposa, que una vez atrapé a una prima suya y con una tijerita corte cada una de sus patitas, sus alas en tiritas para verla arrastrar como un gusanito y cuando me aburrí le aplasté la cabeza con el borde gordo y duro de un libro que había debajo de la pata de la mesa del comedor. Pero lo hice esa sola vez nada más. Igual me dan un poco de miedo las mariposas y no me gusta cuando me dicen que me voy a convertir en una. Yo quiero ser grande, pero no una mariposa. Eso es para nenas más chicas y yo ya soy grande. Puedo trepar. Eso los nenes chicos no lo hacen... [distractores]
Ventana, calle, vereda enfrente, puerta casa se abre, pariente visita a vecina cuadrada con beso en la boca.
Es lindo que las personas se quieran. La poplé que niega esto no es muy inteligente.

[bostezo, rascado de barriga, bostezo, mariposa asegurada en su lugar, picazón en rodilla, rascado]
Mi panza está aplastada y calientita.
Tercera persona del masculino singular se cortó la nariz afeitándose y dijo que no hay moraleja. Apresurarse no lleva a ningún lado, sino a estropear lo que más queremos.
En un frasco de girondos tengo escondidos los pedacitos de la mariposa-prima de la mariposa que corté. Lo demás quedó pegado al libro que volví a poner bajo la pata de la mesa del comedor.
Ventana, calle, vereda enfrente, otro pariente llega y abre la puerta, entra y no cierra... hay gritos.

Primera persona del singular (¿hay plural?) tomé a la niña y la lleve a su habitación. Me acaba de preguntar por unos truenos y que el cielo está claro como la canción que escuchamos ayer. Se aferró fuerte cuando vio que la mariposa se desequilibró alterada por la sugestión del fármaco que la hizo ver también una ilusión con aroma de tormentas.
Tiene miedo de soltarme. Me pidió que me quedara con ella. Me preguntó por el corte en la nariz. Es buena para crear distracciones. Le cuento de la nariz y se sonríe con las piernitas colgando por el lado vacío de la cama.
Se echa hacia atrás, se estira y toma un libro (me pregunto dónde habrá dejado Tercera persona del femenino singular el libro que íbamos a--). Me pide que le lea dándome el libro en tanto se empuja para girar sobre su eje lateral hasta apoyar la cabeza en su almohada. Me dice que es grande. Se preocupa. Ve mi entrecejo más allá de la puerta. Me levanto y cierro la ventana de su habitación. Un vapor intentaba entrar sin ser invitado a nuestra improvisada velada.
Le saqué sus zapatitos (se los había vuelto a calzar poco después del porrazo), pero evitó solícita que le quitara las medias; le gustan los colores circulares y las puntas que le cubren los dedos de un algodonado amarillo pollito (es que los patitos dice son de un amarillo distinto).
Tercera persona del femenino singular se asoma con el mismo entrecejo que alejó mi mirada del epicentro de-- me dice que no me distraiga y le lea el cuento. Me mira expectante y con los cachetes inflados. Tercera persona del femenino singular se queda en la entrada del cuarto, vigía, escuchándome leer. La petite la mira cómplice de su sonrisa y no me percaté que estaba siendo mirado de reojo por ambas; completamente rodeado. Llegado el momento me lo harían saber. Las sirenas colmaron de inquietud el corazoncito de la niña.
Ese canto en particular no le gustaba nada. Entonces le dije que primera persona del singular (¿o plural?) también prefería otras canciones y le pregunté si quería escuchar la misma canción de ayer.
Dijo que sí.
La dejamos durmiendo la siesta.
La casa estaba completamente en llamas. Estaba lleno de gentes. Tercera persona del femenino singular me tomó de la mano con el mismo miedo que su niña, pero decidida a guiar el mío. Respondí con la ternura que ella tuviera en la puerta y la dejé llevarme de la mano a la cocina.
Al sentarse y aceptar que le sirviera café diciéndome que “le sirviera uno” (para que no digan que uno es machista) me confía que “la desperté de un ronquido...” Sin dudas, si no fuese porque soy tan buena; te hubiese asesinado por cortarme el sueño y despertarme hoy con un ronquido que... la miraba entre peros de segunda persona del singular, pero en primera del singular (¿p plural?) y con un rebaje de ojos en la sonrisa.
(no iba a decirle que se despertó a ella misma con su ronquido; a veces asumir cierta culpa ajena, tiene sus beneficios)
Le aseguré que sería más cuidadoso la próxima vez e intentaría atenuar los decibeles.
Cuidadoso... Seguro fuiste al baño. Aseguró con la soltura de un contraataque omnisciente.
Levemente perturbado por su acto de mentalismo afirmé su aseveración dirigida en un gesto de indicación seguido de media sonrisa en ascenso triunfal... Me había detenido un momento al escribir, había estado tomando agua y me vinieron ganas y... Me intrigaba si no estaba cerca cómo lo sup-- ¡Papá, tenés la bragueta abierta!.
Despierta, al acecho del momento indicado, la damita señalaba con la determinación de todo su brazo e índice en línea recta, sin ninguna sutileza, hacia la entrepierna de un servidor.Tercera persona del femenino singular no paraba de reírse.
Bueno, sí. Se me olvida subirme el cierre. ¿Y qué?. No es algo grave... [convencerse a uno es lo que cuenta]
Ambas se rieron explicándome que lo habían visto estando en la habitación mientras leía el cuento.
[vendetta sweet vendetta]
Por un rato la cocina se convirtió en un campo de batalla.
[guerra de cosquillas y correteos]

¿Cómo sigue la vida cuando en la línea de fuego tres vidas consumidas, envueltas en una asfixia que no es de cuidado para ellas, se trasladan juntas hasta el astillero de las almas?.Y este paseo recién comienza.

Que oscuro está...
Estamos adentro de... ¿qué es esto?... ¿bolsas?...
Sí, hijo de puta, son bolsas.
No me llames así.
Y si sos eso; encima sos, sos... ¡Comés mandarinas con cáscara y todo!... Sos un... un...
¡Decilo a ver, dale, decilo!.
¡No discutan!...
Vos no te metas.
¡No le digas que se calle!.
¡Le digo lo que quiera!. ¿Sabés lo que es sospechar que te acostás con otra en nuestra casa, en nuestra cama, y encontrarte vestido con mi ropa, ¡Mi ropa!, y con mi sobrino de veinte años?.
¿Y qué querías?.
¡La verdad, hijo de puta, quería la verdad!. ¡Sos un mino de mierda!... ¡asqueroso, repugnante!... hijo de... y encima con, con... con razón tus besos eran desabridos e inapetentes como ramita de alcornoque... ¡Me das asco!... ¡Los dos me dan asco!...
Yo no sabía cómo decirte... perdoname.
Un poco tarde para eso, pelotudo... me siento mal... tengo frío...

La autopsia fue compleja por el estado de carbonización de los cadáveres. Pero era menester identificar los cuerpos. Cosa de herencias familiares y seguros.
Seguro que los vecinos de enfrente deben haber festejado todo esto. Les encantan todos estos circos, aunque se hacen los que no.
¿Es importante eso ahora?.
Para mi son buena gente, amables. Y la nena es un encanto.
Adorable...
Era...
¿Qué?.
“Era adorable”.
No, “es”.
Tiene razón. Es, “es”.
¿Qué?.
Nosotros estamos muertos.
No estamos muertos. Ustedes dos, maricones, me mataron. Me mataron desde el momento en qué--
Pero si vos tenías el arma.
¿Qué querés decir?.
Que vos fuiste la que disparó.
A ver, experto. ¿Y desde cuando unos disparos provocan un incendio, queman una casa y el fuego envuelve a los que están adentro?. ¿Me querés explicar, Sherlock?.
(¿provocar? ...la mariposa)

Dedujeron chamuscadamente sin poder abrir sus párpados, reparando en la lección y costras de sus infiernos, con las manos de los forenses en el crepitar de sus oscuras tripas resequidas.
Legüeros los santos que, bribones, lerdos de pasión, entendimiento; crean cielos de tierras y especulaciones.
Puras escaleras.
Zeppelinesca, la novia del sobrino no se quedó muy satisfecha al saber que no era otra mujer la que robó el corazón de su bien amado traidor.
[vendetta sweet vendetta]
No, no, no. Esta no es una historia para contarle a un chico. No son... no pueden ser las primeras nociones que alguien deba incorporar sobre el respeto y el afecto por otro. Al menos no si nos detenemos en un acto tan atroz cuyo responsable se sale con la suya.
¿Se sale con la suya?.
Pero hay historias que terminan de otra manera...

La niña no había entrado en ese momento de la charla a la cocina y Tercera persona del masculino singular tenía la cremallera de su pantalón abierta.
¿Te gusto?, ¿Por qué ya no me dices lo que sientes?.
En distintos momentos cada uno le hizo la misma pregunta al otro. En ambos casos se dieron respuestas diferentes... Los dos reafirmaron que el sentir no es un deber ni un trabajo. Que ninguno le debe lealtad al otro sin procurárselo antes para sí.
Cuando se siente un vacío, alguna bolsa se está llenando con algo inanimado y superficial.
Tercera persona del masculino singular comería su corazón antes de hacer lo que hizo alguna vez. Además, sabe que ella no sólo no es merecedora de algo así, sino que ella sería capaz de matarlo sin tocar uno solo de sus órganos vitales.
Ninguno desea que eso le suceda a su criatura.
Intentar completarse y no alcanzarlo.
Entiéndase que el vacío es necesario y esencial, no un defecto, no un estado de gracia de utilería.
Más allá de su obrar; así piensan las mariposas en el transcurso de su último vuelo.
(algunas mariposas son carnívoras)

Las incendiarias se alimentan de los cauces de pasiones que desencadenan las mordidas inflingidas en pos de una frágil rebeldía entre mitos de pérdida y caducidad.
Lo que vemos es lo que nos hacen querer ver; hasta que cerramos los ojos.
No los abras aún.
La máquina necesita ajustes. La máquina no besará tus muslos de la misma manera.
Trasladar el paladar de tu deseo en quien no deseas, pero te lo brinda en la medida que algo dentro despierta... la máquina no cambia nada; ni lo mejora, ni lo empeora.
Es una máquina.
Repite las tareas. Tantas veces y en tantos ciclos su vida útil lo permita. La máquina no siente.
No siente placer, ni displacer. No siente que le eres fiel o infiel. No brinda seguridad, contención, cuidado; tampoco represalias.
Es un instrumento.
Hay placeres que hacen de una persona un instrumento.
[vacío]
Pero si la elección de serle útil a alguien a cambio de recibir gozo es mía, no cargo con responsabilidad alguna.
Cuándo piensas en ese beneficio eres un engranaje... una miseria.
[plumón criminal; pulmón]
Tercera persona del femenino singular terminó de leer esos pasajes y respiró el tránsito de sabores de su amante.
El beso adquirió contorno de sonrisa y chasquido.
Si te engañase... ¿qué harías?.
El no dudó al responder.
Te dejo, me separo y pido la custodia de la nena.
¿No me matarías?.

Eso lo habrías hecho tú conmigo al momento de engañarme. ¿Cómo podría hacerlo estando entonces ya muerto para ti?.
¿Pero me odiarías?.
El contestó negativamente con la cabeza.
¿Ni un poco?.
La besó y le susurró que No con suma calma y calidez.
Pero me-- No, no te haría responsable. La interrumpió.
El poder mental del discípulo está superando al del maestro. Se ufanó sin vislumbrar lo que se avecinaría dentro de poco.
¿Y si fuese diferente, si cambio?.
Intentaré acompañarte.
¿Y si no quiero?.
El filo de la conversación era cada vez más sutil y profano al sentir.
Tercera persona del masculino singular la invitó a acercarse con un gesto de mano. Ella se acercó y cuando lo tuvo de narices (se inclinó un poco para avistar mejor la nariz cortada), él no pudo ocultar su sonrojo y de pronto ella le lamió la cara de un solo lengüetazo.
Inmóvil, desencajado y babeado, tardó en reaccionar. Ella lo había elegido como territorio; no podía dejarla ya.
Sólo una manzana separaba sus pechos.
Eso es invasión. Dijo él.
Innovación. Corrigió ella abrazándolo por sobre los hombros en un suspiro resurgido de plenitud.
Sus caderas se encontraron en un baile lento.
La normalidad no existe.

Este orden de eventos no establecidos, los resolviste tú.
(al momento de estrechar las páginas)
¿Recuerdas?.
El cuento que en primera persona del masculino singular conté a la pequeña... ¿lo recuerdas?.

[nota al pie... en un trocito de papel que quedó pegado en la suela de uno de los zapatitos (estos patitos zí loz conozía) la tercera personita del femenino singular, antes de cargarla hasta su cuarto]
En los principios matemáticos de los conjuntos subyace la condición del origen contenedor de estos párrafos.
Juntando un poco más los números hasta hacerlos infinitos con las salvedad que... es absurdo, pero es cierto... es algo más que el número acaecido a una simple entrada o puerta de salida... ¿ir al principio?... aún no es tarde si lo prefieres. Este, no es el final que quisieras.
...tampoco es el final.

[devuelve los números a la mirada de quién te desafíe habiendo sido invitado a tal efecto]
[cuando tú te desafíes como anfitrión]
[con tus pasos]
[en un paseo ajeno, despojado, desconocido]

A partir de aquí, procura no regresar...

[reencontrarnos entonces, será cuestión de tiempo]
[de un número completamente nuevo]
[no expresado en cifras o mariposas]