(ella sin tus noches)
El diluvio de una tormenta solar en mi otro ojo... el que no lo es.
[lastimada sangre avispa que derrama alas azules; prepárate para la malasangre]
[lastimada sangre avispa que derrama alas azules; prepárate para la malasangre]
La diferencia entre gibraltares y quien reposa en su propia piedra...
Sumergirme para hallar algún absoluto; hundirme esperando dejar allí ese peso que empuja y tropieza.
Caer... alcanzarte... tocarte...
Perderme en la presión y no saber si es tu cuerpo, el mío, o el agua...
Tienes el cuerpo del agua.
Tienes miedo.
Tengo.
Quiero no emerger; no me dejas.
Déjame; y te abrazas.
Nadie debe ahogarse tan destempladamente sin pensar en la tibieza de un ser intranquilo y quieto.
Con el agua por dentro y por fuera, me humedezco.
No puedo encerrarme; sencillamente no puedo.
Lo sé.
De las piedras surge la vida y allí estoy, a su lado ya no sabiéndome más mío.
Cuando un ella es río y beberla hace la diferencia entre dormirse bajo las campanillas de sus senos y los sabores de sus fragancias inundado de dudas despertar encontrarme en un estado cuencas y contorsiones de respiración entrecortada y lagunas de lucidez que saben menos de cómo envenenar lo inanimado antes que darle una caricia para erosionarlo soplando lúdica y sin sexos una brisa que nos derrumba inalterable por dentro quemas y heme aquí hundiéndome dentro de la dura carnosidad de la tierra que señala los cielos de pie sobre las aguas de una esencia similar a la vasija de tus manos juntas que me contiene y me besa mientras me bebes...
Cenizas.
Envuelto de aguas pétreas trazo una línea con el dedo que se va curvando hasta derramarse.
Puedo escribir en cualquier superficie, dices.
Y no entiendo por qué me muerdes con las manos y te sonríes. Sabes mi malasangre en tu boca y te relames.
No está tan mal...
Hace un día destrozaba a golpes mi pecho con la coreografía de un quebrado parpadeo ritual. Luces tenues y un latido externo que percutía y resonaba a costillas.
Asfixias. La semblanza de un radiar tus sentidos y que permanezcan intactos... o desgranados a las pasiones del vacío...
Deshacer distancias, tiempos; absorberlos.
Llenar los espacios para crear nuevos.
Puedes usar mi piel y los hilos de mi sangre, dices escribiendo sin mover al escribiente.
Y no digo. No te desato. No despierto entre tus pies; aún estoy entrelazado. Aún estoy dentro...
Sumergido en tu cuerpo me llevas con pequeñas muertes a tu propia muerte.
Me devoras entero y te haces lluvia.
Crezco como el agua, dices sin decirlo.
(eres el agua que crece en mi) afirmo entre paréntesis, y te dilatas.
Sumergirme para hallar algún absoluto; hundirme esperando dejar allí ese peso que empuja y tropieza.
Caer... alcanzarte... tocarte...
Perderme en la presión y no saber si es tu cuerpo, el mío, o el agua...
Tienes el cuerpo del agua.
Tienes miedo.
Tengo.
Quiero no emerger; no me dejas.
Déjame; y te abrazas.
Nadie debe ahogarse tan destempladamente sin pensar en la tibieza de un ser intranquilo y quieto.
Con el agua por dentro y por fuera, me humedezco.
No puedo encerrarme; sencillamente no puedo.
Lo sé.
De las piedras surge la vida y allí estoy, a su lado ya no sabiéndome más mío.
Cuando un ella es río y beberla hace la diferencia entre dormirse bajo las campanillas de sus senos y los sabores de sus fragancias inundado de dudas despertar encontrarme en un estado cuencas y contorsiones de respiración entrecortada y lagunas de lucidez que saben menos de cómo envenenar lo inanimado antes que darle una caricia para erosionarlo soplando lúdica y sin sexos una brisa que nos derrumba inalterable por dentro quemas y heme aquí hundiéndome dentro de la dura carnosidad de la tierra que señala los cielos de pie sobre las aguas de una esencia similar a la vasija de tus manos juntas que me contiene y me besa mientras me bebes...
Cenizas.
Envuelto de aguas pétreas trazo una línea con el dedo que se va curvando hasta derramarse.
Puedo escribir en cualquier superficie, dices.
Y no entiendo por qué me muerdes con las manos y te sonríes. Sabes mi malasangre en tu boca y te relames.
No está tan mal...
Hace un día destrozaba a golpes mi pecho con la coreografía de un quebrado parpadeo ritual. Luces tenues y un latido externo que percutía y resonaba a costillas.
Asfixias. La semblanza de un radiar tus sentidos y que permanezcan intactos... o desgranados a las pasiones del vacío...
Deshacer distancias, tiempos; absorberlos.
Llenar los espacios para crear nuevos.
Puedes usar mi piel y los hilos de mi sangre, dices escribiendo sin mover al escribiente.
Y no digo. No te desato. No despierto entre tus pies; aún estoy entrelazado. Aún estoy dentro...
Sumergido en tu cuerpo me llevas con pequeñas muertes a tu propia muerte.
Me devoras entero y te haces lluvia.
Crezco como el agua, dices sin decirlo.
(eres el agua que crece en mi) afirmo entre paréntesis, y te dilatas.
¿En serio?...
...en serio.
...en serio.
[tengo una inflorescencia en el brazo,
y es apenas una gota que dormita en mis gibraltares.
en el flanco donde se supone debe estar mi corazón, siento algo que no es.
...no me siento]
y es apenas una gota que dormita en mis gibraltares.
en el flanco donde se supone debe estar mi corazón, siento algo que no es.
...no me siento]
y tapando con sus dedos una sonrisa incontenible, cómplice, sólo la flor sin la flor explicita a nuestro convencimiento cómo es que un poema africano fue estrito en una lengua que le es desconocida y en un origen tan lejano al de su propio vientre que a la vez, no le es ajeno.
un sueño de mieles negras
saber que soy ese otro y no sentirte
con la serenidad de la malasangre
(cementerios)
la sal en la herida
(elefantes)
la tuya, la mía
las bondades de lamernos
antes de partir
(¿a dónde van a morir las aves?)
abrirnos
hallar el equilibrio de la desorientación
con la serenidad de la malasangre
una sonrisa
y mieles negras para arrullar el sueño
un sueño de mieles negras
saber que soy ese otro y no sentirte
con la serenidad de la malasangre
(cementerios)
la sal en la herida
(elefantes)
la tuya, la mía
las bondades de lamernos
antes de partir
(¿a dónde van a morir las aves?)
abrirnos
hallar el equilibrio de la desorientación
con la serenidad de la malasangre
una sonrisa
y mieles negras para arrullar el sueño
La tyrannie d´un koshoku: (fr. “la tiranía de un...) koshuku, jap. “color marchito”)
2 comentarios:
y si, aplaudo de pie.
besos
Gracias Dea, me pongo colorado.
Muchas gracias.
Besos
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