1.7.06

hiroshima

Contener la furia.
(tic toc)
...este no es un poema a una abuela fallecida.
Un intento de cuchillo con colmillos gastados, ofrece las mismas virtudes que uno con lengua. ¿Por qué habría de cortarme la mano izquierda a la altura de la muñeca?; porque la mano izquierda me es inútil.
El capítulo que aquí se omite no es el que a continuación se contempla...
(el que sigue estará ausente en otra obra)
[llámalo el milagro de las discordancias autoritarias; esto último atendiendo a la palabra “autor”]
En un crisantemo se halla el blanco misterio de la sangre. En las clavijas de tu cuerpo, aquello que nos transforma en arte e instrumento, puede desgranarnos hasta dejar de nosotros sólo el humeante silbido de una ferocidad que penetra el frío y corrompe el territorio sagrado del espíritu.
A veces y sólo a veces, llueve horizontalmente al ras del suelo.
A veces y sólo a veces, gentes tiritan y caen.
Una ráfaga de escombros humanos, una fosa y algo que se deja escapar, que no es miedo.
¿Cuántas ventanas he de cerrar para no ver entrar la luz de tus soles en mis crisantemos?.
De haber aserrado bien, no estaría escribiendo...
(después de todo la dichosa mano no es tan inútil)
Y antes que el pulgar salte de su lugar propicio, volvemos con la programación actual...
[no te desorientes; no pierdas la calma]
Con tener la furia a una milésima de distancia fuera de la piel -síndrome del dinamitero- le hubiese arrancado la espina. Lo increíblemente rudimentario de toda esta hábil herramienta, no es el retraso de la pérdida, sino esa vocecita que un día antes se escuchó cerca de mi oído derecho.
De esas voces de timbre liviano y claro, un poco de distorsionada, pero audible. De esas voces que uno ya conoce.
La escuché...
Estás vestido para tu funeral; espero que puedas estar ahí...
Si te dijera que fue un diálogo mentiría.
No te diré quién le dijo qué a quién.
(algún día nos veremos a los ojos; pero no será la primera vez que hayamos estado juntos)
La boca de mis costillas vomita un eco aterido, mi corazón de vinchucas no late... tic toc.
Un hombre alcanza para desencadenar demonios.
No alcanzan demonios para encadenar a un hombre que dejó de serlo.
(tic, toc...)
En los aquelarres, esos que la luna elige por completo nueva, el cielo verá a la tierra convertirse en fuego.
Mon amour;
ruega por las almas que has de tomar y que la paz sea contigo cuando tu derredor enceguezca.
(tic, toc…)
…todos somos bombas.

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