17.6.06

celebrando amor en los amores

[de aquí hasta el final, toda intención de cronología es obsoleta]
¿Es irónico escuchar el Ave María en los abriles de mi Mutti con un color noche de marinas?
De seguro ella lo sabe aunque no se lo diga. Me escucha suspirar profundo, llevarme las manos sobre el pelo, agarrarlo, estirarlo para atrás, todo como en un ritual donde parezco desplomarme sobre mi mismo.
Un túnel.
Ella conoce mi corazón. Sabe que dentro de su hornillo funebrero anida el más niño de sus hijos.
Ella a parido algunas de las criaturas que soy.
Y hoy es ella la renacida.
Algunos años ha que la llamo Muchu (ósculo en quichua), y ha menos: Mutti (aleluya por ello).
Nunca le he dado un presente como hubiese querido. Nunca me esforcé en lograr alcanzar mi potencial para poder no tener que enunciar ese primer “nunca”.
(tal vez exagere un poco, pero es cierto)
Usted, sí, usted. La que lee esto y tiene el miedo atado a su cuello como yo. Este es parte de mi regalo para con ella y para con usted.
La amo.
No, no. No hay error de tipografía o concepto. Aquello que el amor no encierra, a él me abro.
A ella; a usted.
Hace dos días habría nacido mi abuela.
Una vez me visitó en un sueño que no fue sueño. Me vino a ver.
Si usted supiera que me desvelo por miedo a irme a dormir. Si la sueño la lloraría y quiero soñarla conmigo, a su lado. ¿Me estoy volviendo loco?. Esta forma que creía más suya de ser y ahora es mía.
Me siento más Ud. ¿Se da cuenta?.
Y cómo un imbécil me dejé persuadir por su seducción de “hay otras con las cuales sentir esto”... y se equivoca.
Es usted.
La quiero con rabia por no comprender a tiempo.
No comprender Ud. ni comprender yo. Este tenía que ser un aniversario diferente. Hoy Ud. tenía que estar aquí conmigo conociendo a esa que (y esto pareció ser mutuo) sentía su némesis.
Hoy yo tenía que volverme con Ud. Hablar de mi pequeña familia quebrada y dispersa. Hoy teníamos que llegar a su morada y yo dejarme reposar en su pecho; los dos en el sillón.
No escribo. Deseo.
Y no responda de ninguna manera con razones como las que yo tuve puesto que estaría contestando como lo hizo un servidor y conozco las desavenencias, los disgustos y el calibre de orgullo y torpeza de tales razones.
¿Qué este no es un regalo para una figura maternal?. ¿Qué esto es más un testamento?.
El frío me tiene sabiéndola cobijada, tibia. Mi cuerpo está trastornada no sabiéndola.
Si alguna vez tuve estos aceros atravesados, interpuestos dentro y fuera de la piel, entre capas laminadas... no lo quiero.
Si lo fundiese alcanzaría para hacer una pequeña aguja. Suficiente para que al clavarse y hundirse en mi esternón se sienta como la siento.
¿O se pensaba que el grado de tolerancia y resistencia de la piel estaba vinculado al grosor de la armadura?.
La quiero con y sin corazón. Con y sin amor. Con y sin distancia. Con y sin vida. Con y sin muerte.
Sin vida no es lo mismo que muerte. La primera se deshoja antes de marchitarse; la segunda se sonríe en sus arrugas y cierra sus ojos antes de deshojarse.
Ambas son bellas.
Mi madre y Ud.
Usted.
(condenada canción calaverita esa que justo viene a mi memoria... se la cantaría)
Madre me desconoce porque hasta de ella me mantengo oculto. En ocasiones dígole la verdad y descree. Confía, pero no termina de estar segura de mi.
De mente ende tal por endemoniada, suele desconfiar sobre dónde y cavo las fosas de mis funerales, dónde y cómo cultivo las flores de mis jardines, dónde y cómo hago cuándo estoy con quién y sí... la mía no es como la suya.
No es como la de nadie más.
Mutti se está pareciendo cada vez más a la abuela.
Cada vez más pequeña, más frágil, más niña.
Creo que Ud. me hubiese sabido asistir con su cariño para esos momentos que indefectiblemente vendrán y uno no quiere estar solo cuando lleguen.
Lo sé porque pienso en el mío.
Convivo con esa damita desde hace muchos años, tanto que aún sin poder verla a los ojos, la he tenido cerca. Cada tanto viene y me hace tiritar para anunciarme que llegó.
Si los demás supiesen que no va vestida de negro.
Que diminuto.
Ya no sé qué hacer.
Y la aguja me descose, me separa juguetona. El dolor parece una cosquilla y sonrío.
¿Quisiera cuidarme?. ¿Quisiera estar conmigo?.
...¿quisieras contenerme en tus brazos?.
Mi regalo, un arrullo. Para las dos, las tres y mi flor de septiembre.
En el arroyo de un corazón, el mío partido se encontró mojado con un sonido de piedra y de agua al calor de sus manos.
Ella lo alivia de mis torturas.
Sostén mis palabras, sacúdelas si están un poco sucias -les gusta saltar en charcos de sinrazones- que este instante para ella adquiera la cualidad de los besos, los labios y las mejillas.
Que este abril finito, sea...
...y se haga nuevamente junio y marina.
¡Feliz Cumpleaños Mutti!

1 comentario:

Expatriada dijo...

WOw... demasiado talento...!!!