31.7.06
789
28.7.06
456
¡Ay quimera!, ¡Que victorias esconde la desdichada vocal de un verde tan oscuro que se sabe mordida por una boca eva en un tercio de cordura y milagro a la vuelta de la esquina de un todo cambia por el semblante de un trazo grueso y la silhouette d´un homme moyen que despierta cuarenta y ocho horas después del naufragio!. Tanto así que la longitud de las admiraciones sonarían excesivas si no fuera porque anda suelto un vendedor de flores que revienta capullos de colores en las nucas grisáceas de los que sangran leche negra en sus miserias.
En los días chacales, hidra se apodera de uno como si no alcanzase su sexo para satisfacerse. Entonces llega como la sombra, esa figura sin cuerpo.
Estar unos escalones por sobre un pubis reposando, sentir un latido mayor, el eco de uno que vendrá, y no estar allí para escucharlos...
Hay maldiciones que se hicieron para romper.
(pero no conozco ninguna y creo que el amor no cuenta)
Los malditos somos nosotros. Incluyo mi carne en este dilema o la ecuación estaría incompleta.
(personalmente prefiero vivir maldito y abierto a quebrantarme ante el primer amor que roce con su dedo mi mejilla)
Ahora es el hambre el que se apodera. Antes fue el frío y el colosal hervor convaleciente de quien se desintoxica con un aliento pastoso.
(la vida es un veneno)
(esto ni es bueno ni es malo)
Y cualquiera de las dos sea; duele.
¿Por qué?.
Eso es algo que aún intento aprender.
"A Dios gracias", y él nada tuvo que ver. Se quedó dormido. Tan profundamente que ni cuenta se dio cuando le destrozaron el rostro a garrotazos.
Allí comenzó su tarea.
Allí que quedó tendido, desfigurado, haciéndonos a su imagen y semejanza.
(maldito)
(lo sabe)
(si nos drenamos este veneno...)
(lo sabe)
(y en ese punto ya nada tendría sentido)
El aroma de tu piel en la tormenta.
Vas descalza.
Y no; no eres tú.
26.7.06
25.7.06
cachorro
tan chiquito el escribirte, que no tiene semejanza a sentido alguno.
hacerlo más no quiero; me es imposible pedirlo.
pídemelo.
déjame dejar; de escribir; déjame.
¿o sí?.
tu pelaje en la nieve de una criatura que relame sus patas antes de la cacería.
mi océano es tu pecho.
intenta asestar cuantos estiletes quieras; romperé el tuyo con mis tifones.
¿cuán ordinario se torna uno al andar descalzo?.
se siente bien.
aquí contigo; es que guardo el sentido de mi instinto.
cuídame.
24.7.06
poppins
Galagalinda P. Galimatea andaba caminando por la acera -literalmente agarrándose con los pies al suelo, casi hasta se diría que los arrastraba en cada paso- cuando a un pañuelo se le voló el dueño.
-Estos ventarrones son de periferia.- destiló una vocecita vieja a Galagalinda que tuvo que girar inclinando hacia abajo su cabeza. Tanto así que incluso tuvo que agacharse para verla.
Allí estaba las más anciana y diminuta abuela que alguna vez se había visto (puesto que dejan verse muy rara vez).
La anciana sonreía entre sus mil arrugas.
-Tengo un mechón de hambre descorrido entreocultando mi ojo parche, los cordones de este zapato desatados (alzando su minúsculo pie), la nariz tibia y, no puedo volar a menos que me socorran en dicho pilotismo...-
¿Cuán vieja podía ser esa dama?... El dueño del pañuelo desaparecía en la distancia dando volteretas. Nadie podía escucharlo.
La señora respiró hondo y dándose una palmadita en la pierna, rió con desenfado, saludó a Galagalinda y reemprendió su marcha.
La joven por su parte volvió a girar su cabeza sin decir palabra, contemplando el caminar de la viejecita.
Se incorporó súbitamente al notar un gran número de transeúntes reunidos cerca suyo.
Estaba por volver sus pasos gacha y avergonzada, cuando un hombre llamó su atención...
-Olvida su pañuelo...- y luego de tomarlo se lo alcanzó estirando su mano como quien nos acerca algo sin acercarse.
Galagalinda lo miró un instante, fijo y sin parpadear; entonces cerró sus ojos, respiró hondo y...
Y el hombre emprendió un vuelo razante y desbaratado por entre los tejados.
Ese día, Galagalinda P. Galimatea no llegó a su clase de paracaidismo; nadie te prepara para un día de ensueño.
De regreso a casa, encontró al hombre que le había acercado el pañuelo, riendo descascaradamente sobre un colchón de hojas secas.
Antes de entrar a su casa habría asegurado haber visto una pequeña figura proyectando su sombra contra una luz, pero un mechón de hambre se le descorrió hasta entreocultarle su ojo parche...
Su nariz tibia tuvo curiosidad entonces y, desatando uno de sus zapatos, intentó volar...
Desde ese día, Galagalinda no pone un solo pie en tierra, y tampoco necesita llevar a cuestas paracaídas.
Soplar y/o ser soplado, he ahí los misterios dejados a elección de los habitantes de una villa flotante.
No la busques mirando sólo al cielo... los objetos bajo tus pies pueden verse microscópicos debido a la distancia que de ellos te separa.
Por cierto;
...¿Tienes un pañuelo?.
en el menor de los azares
La mano que quiere pintarse a sí misma tocando un radiante cielo negro como si se tratase de una caricia divina. Que poco conocen los universos de los primeros dioses que intentaron crearlos. Entonces se hacían llamar simplemente con la palabra inicial de su origen.
Así fue que tenían, con un vocabulario un tanto despatarrado, una comunicación algo defectuosa, lo que devino en creaciones que... bueno... omitiendo algunos reflujos de pestañas y biologías mecánicas, acércase hipotéticamente a éste que de alguna manera nos es propio.
Tenían sí, la suficiente autocrítica como para saber que así, el fracaso era seguro y la responsabilidad no caería en uno solo, lo cual dábales un cierto alivio neurótico.
De esta forma, Tenían Así cada quien, resuelto unir fuerzas. Uno sostendría las luces, el otro tomaría las fotografías. Era esencial en principio tener pleno dominio del espacio.
Lo segundo a contemplar era el tiempo de elaboración y su fraccionamiento. Fue menester a dicho efecto asesorarse debidamente con el entonces hacedor de agujetas cuando quien en un apurado intento por subir tres escalones y medio de una zancada, tropezó equilibrado con la nada y descubrió debajo de los chichones de la caída, que al tiempo, siempre hay algo que debe restársele aunque crezca...
Este fue el ingrediente que aportó Cuando Tenían necesitó diagramar asociativamente el tiempo a los demás elementos, incluyendo la cocción de la que se encargaba Así.
Negociando por un precio justo, obtuvieron una rebaja en ciertas especias de segunda, es decir, con vocales en segundo orden, que al atisbo de notarlas por encima de ellos, optaron por destruirlas con un sistema de palmas donde todo lo que estuviese en medio, estallaba.
Volvieron a la mesa de trabajo, reescribieron conceptos, redefinieron bosquejos, replantearon la incidencias de la combinación espacio-tiempo y... con un poco de trampa, arrancáronse cada uno un pedazo de su ser y, lanzándolos al aire, los pulverizaron de una palmada (combustión).
-¡Así!.- gritó uno mientras Así lo miraba revolviendo la fragua.
El salón estaba cada vez más iluminado, más repleto. Destellos, pequeñas chispas segregando nuevas formas, se esparcían sobre el ambiente. Uno de los presentes afirmó que se trataba de la inconclusa teoría de la “contracaptura del movimiento”, que difiere sobremanera de la “inmovilidad de lo quieto”.
¿Cuántos campos de girasoles pueden cohabitar en un solo girasol?...
Aquello que comenzaron, soplando una diminuta partícula de lo que no era; echó a crecer, y a desarrollarse. Tanto, que-- -¿Girasoles?.- interrumpió uno mientras el resto miraba al que formuló la interrogante... Rápida y heliotrópicamente corrieron en busca del libro de recetas. Entre manos, gritos y quejidos, volcaron aquello con todas las señales y botones necesarias para guardar fielmente y como era usual, una descripción impecable de los hechos que determinaron la catalogación de una existencia que acababa de ser accidentalmente celebrada... Antes que la luz y la oscuridad, primero, fue la pregunta...
Y a posteriori todos, las copas alzadas, brindando, festejaban vitoreando la respuesta:
Tanto, que se transformaron en palabras. Palabras no sujetas a ningún estado.
A los manteles del apetito de una larga labor, aquellos que dejaron de ser, sentáronse a la mesa para cenar, bajo los albores de un infinito compuesto cuyo dominio, al tiempo que los observaba ajeno, lentamente los albergaba hasta absorberlos.
Dirás que esto no es más que una pura y absurda fantasía, pero recuerdo el golpeteo de la cuchara de madera de Así, dándole con la panza en el mano pintada de Dónde al intentar este -Este, que era algo inquieto, ese día estuvo sumamente calmo; como desprendido de sí, enamorado...- alcanzar la fundición de una joven principiante que optó por cultivar un rincón rodeado por un sueño que tuvo al encontrarse con su creación antes de ser concebida y llamarla por su nombre en un sonido irreconocible...
Sin embargo Tierra tenía plena certeza de algo que aún le era desconocido... y no, no somos nosotros.
Que Este no había olvidado lavarse las manos, que prefería, sonriente, llevarlas llenas de ella.
Tierra ama a Este rinconcito del corazón... pero las manos Tienen que, o el mismo se las lavará.
Es en esa estación, en ese paso que nos detiene y recorre por dentro que, cuando decidimos, abrimos lo más íntimo de nuestros miedos y nos llenamos.
La panza de un alma satisfecha y la de su mano intentando alcanzarte.
Creerás que la mano pintada es irreal, que la tuya lo es menos porque te sostiene la sien, te rasca, te acaricia... y es la mano de alguien más.
Parecer un juego ilegible puede, pero... ¿no te divierte?.
¿Cómo explicas que un adulto deje huellas de pies pequeños al andar?.
Al galope de tus arbitrios, lo que aquí permanece en palabras, alguna vez fueron dioses.
20.7.06
19.7.06
la niña de david
Así se dirigió al mundo, ensombrecida figura paternal con aires de panzas hinchadas y condecoraciones prolibertarias, promoviendo a su nación, a sus pares, como los mártires de la civilización humana, los alfas destinados a la salvación de los avatares de este mundo.
Disculpe, solicitó amablemente el destello de una silueta en apariencia acérrima y distinta para la del hombre de grandes salivaciones... ¿Puede usted comparar ese sufrimiento que describe -cualificarlo, cuantificarlo- con el de esta pequeña de tres años que sobrevivió a un bombardeo bajo toneladas de escombros, que perdió a toda su familia, que por la gravedad de sus heridas no podrá engendrar vida alguna en su cuerpo entonces deshecho y que hoy está aquí, gracias al sacrificio de una sola persona contra el exterminio inmaculado?.
Y el hombre en vísperas de verse en un aprieto declamó triunfante...
"El ojo justo del gran Yahvé suele encandilar hasta al más noble de los corazones que, siguiendo sus palabras, actúa de buena fé y en consecuencia, acaece el mal sobre la semilla de su enemigo..."
Es verdad, dijo aquella voz calma... pero esa niña, envuelta en un manto de cadáver poco mayor que ella, esa pequeña con un corazón para siempre aquejado y frágil, también es judía... ¿Cómo hace ella para que le devuelvan su vida?, ¿Debe reclamarlo a su enemigo?... ¿Y dónde está el enemigo entonces?. ¿Está en ese cuerpo palestino que brindó la suya por la de ella sin pedir nada a cambio, que fue el primero en escuchar su carne desgarrada y sus huesos quebrados para lograr que ella esté aquí, para recordarnos que el único enemigo, radica en nuestros corazones, si es que lo dejamos?. ¿Importa la procedencia, la diferencia, la tierra, el origen?.
Respóndase cada quién a sí mismo estas preguntas.
...te verás a ti mismo.
16.7.06
a la carne de las flores
A la luisa de sus marambios y fortalezas, se le dilató el nudo de su garganta y el corazón de a poco lo envenenó hasta adormecerlo. Antes que algún testigo cualquiera notara su ausencia, como el autor de un libro cuasiperfecto que se encarga de silenciar a los lectores que quieren echar luz a sus defectos de escritor mondongo, simplemente optó por convertirse en recuerdo.
Las sirenas suelen sonar cada vez menos.
Es que ya no quedan tantas urgencias, heridos que socorrer, muertos... ya no quedan.
Estamos en un globito más irreal que las caricaturas y las fantasías del cine mudo. No por ello es más negro y de labios rotos, entumecidos por los golpes.
¿Cuánta gente dirías que perece en el mundo cada día?. ¿Conoces a alguno?. ¿A cuántos matarías?.
Tengo un organito de aire dentro. El cardiólogo dice que es un soplo; yo digo que es un organito. Como ese que funciona girando una palanca... ¿O era una caja de sorpresas?.
El amor entre dos mujeres. El amor entre dos hombres.
El amor de un hombre que no grita, no provoca el pánico hasta destrozar la vía publica y todo en un radio que no alcanza a percibir quien estuviese a veinte pasos de niño del epicentro.
Anduve lo que a un azar de pies descontentos, les lleva andar con un diablo escombro.
Parafraseando a los diestros del fin del mundo, lo mejor es citar a ninguno.
Quisiera estar esta noche, caminando por la luna, solo. Sólo que no podría. Moriría.
Estoy aplastando una flor con un resto de cuerpo que, no creo me pertenezca. Cuelga de mi por el borde de una costura de huesos desarmados, pero no parece...
Un hombre lleno de tanto acero que la misma luna colapsaría desorbitándose sobre sus propias entrañas.
12.7.06
11.7.06
noir
8.7.06
[mandala]
7.7.06
instantaneas
talonarios
5.7.06
(de nuevo por primera vez)
1.7.06
hiroshima
(tic toc)
...este no es un poema a una abuela fallecida.
El capítulo que aquí se omite no es el que a continuación se contempla...
[llámalo el milagro de las discordancias autoritarias; esto último atendiendo a la palabra “autor”]
A veces y sólo a veces, llueve horizontalmente al ras del suelo.
A veces y sólo a veces, gentes tiritan y caen.
Una ráfaga de escombros humanos, una fosa y algo que se deja escapar, que no es miedo.
¿Cuántas ventanas he de cerrar para no ver entrar la luz de tus soles en mis crisantemos?.
(después de todo la dichosa mano no es tan inútil)
[no te desorientes; no pierdas la calma]
De esas voces de timbre liviano y claro, un poco de distorsionada, pero audible. De esas voces que uno ya conoce.
La escuché...
Estás vestido para tu funeral; espero que puedas estar ahí...
No te diré quién le dijo qué a quién.
(algún día nos veremos a los ojos; pero no será la primera vez que hayamos estado juntos)
Un hombre alcanza para desencadenar demonios.
No alcanzan demonios para encadenar a un hombre que dejó de serlo.
(tic, toc...)
ruega por las almas que has de tomar y que la paz sea contigo cuando tu derredor enceguezca.
coplita urbana
ella sabe cómo te llamas...