28.7.06

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(va silbando después de un amainar de amanecer enfurecido)
¡Ay quimera!, ¡Que victorias esconde la desdichada vocal de un verde tan oscuro que se sabe mordida por una boca eva en un tercio de cordura y milagro a la vuelta de la esquina de un todo cambia por el semblante de un trazo grueso y la silhouette d´un homme moyen que despierta cuarenta y ocho horas después del naufragio!. Tanto así que la longitud de las admiraciones sonarían excesivas si no fuera porque anda suelto un vendedor de flores que revienta capullos de colores en las nucas grisáceas de los que sangran leche negra en sus miserias.
En los días chacales, hidra se apodera de uno como si no alcanzase su sexo para satisfacerse. Entonces llega como la sombra, esa figura sin cuerpo.
Estar unos escalones por sobre un pubis reposando, sentir un latido mayor, el eco de uno que vendrá, y no estar allí para escucharlos...
Hay maldiciones que se hicieron para romper.
(pero no conozco ninguna y creo que el amor no cuenta)
Los malditos somos nosotros. Incluyo mi carne en este dilema o la ecuación estaría incompleta.
(personalmente prefiero vivir maldito y abierto a quebrantarme ante el primer amor que roce con su dedo mi mejilla)
Ahora es el hambre el que se apodera. Antes fue el frío y el colosal hervor convaleciente de quien se desintoxica con un aliento pastoso.
(la vida es un veneno)
(esto ni es bueno ni es malo)
Y cualquiera de las dos sea; duele.
¿Por qué?.
Eso es algo que aún intento aprender.
"A Dios gracias", y él nada tuvo que ver. Se quedó dormido. Tan profundamente que ni cuenta se dio cuando le destrozaron el rostro a garrotazos.
Allí comenzó su tarea.
Allí que quedó tendido, desfigurado, haciéndonos a su imagen y semejanza.
(maldito)
(lo sabe)
(si nos drenamos este veneno...)
(lo sabe)
(y en ese punto ya nada tendría sentido)
Ni los días chacales en que el humo se hace niebla en los ojos puede una leche negra suplir la saciedad de un vivir maldito, repleto de amor.
Me guío por el rastro de tu instinto al escribirte.
El aroma de tu piel en la tormenta.
Vas descalza.
Y no; no eres tú.
Yo soy la presa.

6 comentarios:

Jimena Arnolfi dijo...

"(personalmente prefiero vivir maldito y abierto a quebrantarme ante el primer amor que roce con su dedo mi mejilla)"

Me gustan esas idas y vueltas que presentan estas líneas... el texto se enloquece hasta caer en ese aroma que va descalzo y se siente aún en la tormenta. Y la última es una re afirmación de lo que uno puede ir intuyendo...
Sigo leyendo por acá, señor.

estenoesminombre dijo...

Muy bien. Prosiga con la lectura. Yo no interrumpo.

VerdeTanOscuro dijo...

La desdichada vocal de un verde tan oscuro debe de ser la "i", la intermediaria excluída (y yo sé porque lo escribo seguido, eh).
Bonito texto, tierno.

Sdos.

estenoesminombre dijo...

Verde Tan Oscuro: Jejeje... en realidad era la A mayúscula y con acento, pero la suya en sandwich también es una opción. Ni que decir cuando se estiran o mezclan con otras.

Sales para si vienes, la vida y su sonrisa.
(o saludos si lo prefiere menos críptico)

Anónimo dijo...

presa de qué?

estenoesminombre dijo...

Vic;
Presa del sueño. De una nueva vida.
De una tormenta. De todo lo que la mujer enciende en un hombre.

Presa a voluntad del otro que deja de cazarnos.

Las posibilidades de una cacería, de su juego, son amplísimas.

Juegue Vic!, Vaya de cacería!, Sea su propia presa!.
(y es algo tonto que yo lo diga, habiéndola leído con dichas condiciones que bien emplea en sus palabras con Usted misma)

Besos Vic

Pd: Incluso vestida de Elmer Fudd se la vería bonita.